Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número total de camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos (UCI) para luchar contra el covid-19 es inferior a 5.000 en 43 países de África. Es decir, en una aplastante mayoría del continente, solo hay cinco camas por cada millón de habitantes.

Tal y como ha comprobado Médicos del Mundo en algunos de estos países en los que trabaja, al inicio de la pandemia, Mauritania contaba con un solo hospital de referencia y 36 camas uci; Burkina Faso, con tres hospitales y seis camas uci, y Mozambique, con dos hospitales y 33 camas uci.

Además, en este último, con más de 29 millones de habitantes, «solo hay 24 respiradores y, por lo tanto, el personal que sabe manejarlos es mínimo. Este material ha de venir de otros países, como Sudáfrica, pero las mercancías están tardando en llegar unos tres meses», explica desde Cabo Delgado María Victoria Cedro, coordinadora de Médicos del Mundo en la antigua colonia portuguesa. Sin embargo, también sostiene que la respuesta del Gobierno ha sido rápida y, junto a las oenegés, se han llevado a cabo acciones de prevención.

A esta falta de material sanitario hay que sumarle el hecho de que el confinamiento no está pensado para África. Solo hay que tener un poco en cuenta la antropología para saber que, en su diversidad, la mayor parte del continente vive en la calle, en comunidad, se cuida en tribu y subsiste a diario con una economía informal.

La mayoría de la población

-tanto urbana como rural- no solo ha de salir de casa cada día para ganarse la vida, sino para comprar alimento, ante la falta de refrigeradores en la mayoría de hogares.

Además, solo el 24% de la población del África subsahariana tiene acceso al agua potable, por lo que el aprovisionamiento diario -a veces, con largas caminatas- imposibilita el aislamiento. Tanto como el propio concepto de familia, tan extensa, y que convive en espacios reducidos.

¿Alternativas? Reforzar la salud comunitaria y la atención primaria. «Hay que hacer un trabajo comunitario y de refuerzo de redes, muy al lado de la comunidad. Ninguna medida de control y confinamiento va a tener éxito si no es acordada con los líderes a los que respetan esas comunidades», explica Ana Mateo, médica y voluntaria de Médicos del Mundo.