Podría decirse que están en terreno de nadie. Existe un sector de la población que se caracteriza por tener un cociente intelectual justo por debajo de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende dentro de la normalidad, pero por encima de lo que considera retraso mental. Se trata de las personas con discapacidad intelectual ligera o inteligencia límite, un colectivo con el que la Fundación Picarral viene trabajando desde hace años.

Además de la capacidad intelectual descrita, estas personas presentan problemas de adaptación por lo menos en dos de las siguientes áreas: comunicación, autonomía, vida en casa, habilidades sociales e interpersonales, uso de los recursos comunitarios, autonomía, habilidades académicas, trabajo, ocio, salud y seguridad.

Aunque no todas las personas con discapacidad están en situación de exclusión social, sí que todas ellas parten de una situación de desventaja y desigualdad vinculada a su diversidad funcional. Por ell tienen derecho a recibir ayudas públicas para su plena integración social, aunque estas nunca sean suficientes.

Sin embargo, las personas con inteligencia límite quedan fuera de esta cobertura estatal. Y, en ausencia de apoyos, encuentran dificultades para enfrentarse a las exigencias del entorno y realizar actividades básicas de la vida diaria, por lo que enfrentan una situación de vulnerabilidad y riesgo de pobreza mayor que otros sectores de la población. Dichas dificultades persisten incluso a pesar de contar con una cualificación profesional y con un empleo.

Según un estudio de los profesores María Frontera y Carlos Gómez Bahillo (Universidad de Zaragoza), el 80,5% de las personas con inteligencia límite desea llevar una vida independiente y autónoma. Pero una vez alcanzados ingresos para automantenerse, ellos mismos identifican la necesidad de contar con acompañamiento para aprender a gestionar sus ingresos, su hogar y sus gestiones cotidianas.

Para jóvenes con inteligencia límite, la Fundación Picarral gestiona desde hace más de dos décadas el centro de formación laboral e inserción social Serpi, adaptado a sus características, que los capacita para trabajar en el ámbito de la fabricación mecánica y los manipulados industriales. El curso incluye un programa de acompañamiento para la vida autónoma, que trata de reducir la vulnerabilidad social de estos jóvenes.