Uno de los recursos asistenciales de Cáritas en los que más se están notando las consecuencias de la pandemia del covid-19 es Fogaral, el centro que atiende a mujeres en contexto de prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual.

La atención presencial tuvo que cesar hace más de un mes. Pero el centro sigue abriendo dos días cada tres semanas para poder entregar ayudas económicas a las mujeres que, por diversas circunstancias, no pueden abrir una cuenta corriente. «Estamos aprovechado ese momento para ofrecerles juguetes para sus hijos. Viviendo en una habitación tienes lo básico. Ya son muchos días, y los niños necesitan distracciones», explica la directora del centro, Marta Gimeno.

«Para Fogaral siempre ha sido muy importante la cercanía con las mujeres, la caricia, los abrazos, las miradas… Crear un vínculo con ellas para que se sientan seguras y que no están solas», afirma. «Dar este tipo de apoyo por teléfono es más difícil, es un medio más frío». Pero en estos momentos no hay otro modo de hacerlo.

Solo en el primer mes bajo el estado de alarma, han prestado 1.150 atenciones repartidas entre 164 mujeres, de las que 59 acudían a Fogaral por primera vez. Hasta ahora, nunca habían tenido la necesidad de solicitar ayuda económica. Pero, en estos momentos, ante una falta total de ingresos, no pueden cubrir sus gastos.

El sector de la prostitución ha quedado paralizado por la epidemia, pero sigue haciendo falta el dinero para vivir. Algunas están pasando la cuarentena en casas de familiares y amigos. Pero otras siguen confinadas en los clubes o pisos donde normalmente ejercen, generando deuda, ya que tienen que seguir pagando la habitación semanalmente.

«Y sabemos que hay mujeres que siguen ejerciendo, añadiendo así un riesgo más a los que normalmente ya tienen», lamenta la directora de Fogaral. «Nos preocupa la situación de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual. ¿Qué está pasando con ellas? ¿Siguen obligándolas a ejercer? ¿Van a ver su deuda aumentada?», se pregunta Gimeno.

«La gran demanda de ayudas económicas nos hace pensar en el después, cuando el confinamiento acabe. La situación de las mujeres en contexto de prostitución va a quedar muy dañada, va a arrastrarlas a una situación de vulnerabilidad en la que hace dos meses no estaban», concluye la responsable de este servicio de Cáritas Zaragoza.