Oímos tras el 15, en el año 2011: «Dormíamos, despertamos». Entonces, muchas personas ajenas a la participación o la protesta abrieron los ojos a mecanismos económicos, políticos y sociales que les dañaban a ellas y a otras personas ante los efectos de la llamada crisis. El pasado jueves -seis años después- Mariano Rajoy nos aconsejaba «mirar hacia otro lado cuando hay que hacerlo».

Lo dice el año en el que el informe de Amnistía Internacional sobre Derechos Humanos en el mundo dice que «la promesa de seguridad y mejora económica a cambio de ceder derecho de participación y libertades civiles… fue tal vez especialmente perniciosa cuando las autoridades culparon a determinados otros de problemas sociales reales o presuntos para justificar sus medidas represivas».

«La retórica del odio, la división y la deshumanización desató los instintos más sombríos de la naturaleza humana. Sin embargo, la desigualdad y el abandono que habían dado pie a la ira y la frustración populares eran en parte fruto de la inacción de los estados a la hora de hacer efectivos los derechos económicos, sociales y culturales», continúa el documento publicado por Amnistía Internacional.

Movimientos por la diversidad afectiva y sexual, antirracistas o feministas advertimos ya hace años de este perverso mecanismo. Se haga o no una mención explícita de esos otros, el odio al diferente produce un desvío de la ira social muy útil para quienes la han causado con políticas económicas devastadoras: sería útil para algunos que las lesbianas teman la llegada de migración musulmana, que una población sanitariamente desatendida culpe a las personas trans de los agujeros de la sanidad pública o que víctimas de recortes en la enseñanza se pregunten si han de gastarse los escasos recursos en educación para la diversidad.

Este fomento de la guerra entre los de abajo hace que nos pregunten «qué más queremos» gays o lesbianas cuando «ya podéis casaros» o a las personas trans, «si ya podéis llamaros como queráis». Y causa que se desate una campaña de derribo contra una Ley para la Igualdad de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales porque, entre muchísimas otras medidas, ha planteado con mayor o menor acierto propuestas contra la evidente insuficiencia del sistema judicial español ante las prácticas y los delitos de odio: cientos de casos que, según los propios datos oficiales, no llegan a imputación alguna en la mayoria de las ocasiones. O que, cuando lo hacen, se arriesgan a delirantes sentencias como la que hace pocos meses no consideró agravante de homofobia ni delito de odio aunque diera por probada una paliza entre gritos de «maricones de mierda».

Quizá algunos puedan mirar hacia otro lado. A quienes habéis decidido despertar, os esperamos esta misma tarde en las movilizaciones del 17 de mayo, Día Internacioanl contra la LGTBIfobia. En Zaragoza, nos vemos a las 19.00 horas en Paraninfo.