En la actualidad, 66 millones de personas en el mundo han huido de sus casas buscando un lugar seguro, escapando de la guerra, la violencia y la persecución. Y más de la mitad son mujeres y niñas. En España, en el 2017, el número de solicitudes de asilo aumentó hasta las 31.120, siendo el sexto país de la Unión Europea que más peticiones recibió.

Las causas de estos desplazamientos y los países de los que se huye son variadas, afectando a todos los continentes del planeta. Hoy se huye de la guerra de Siria o en Ucrania; pero también de la violencia en Iraq, Afganistán o Pakistán; de la represión y el terror en Eritrea, Somalia o Nigeria; de la inestabilidad y persecución en Irán o Bangladesh; de la persecución por orientación sexual en África subsahariana, ciertos países de América Latina y Rusia; o de la violencia callejera y el narco en Honduras y El Salvador. Y, lamentablemente, no observamos evidencias de cambio, ni de que las causas vayan a desaparecer.

Es una situación sin precedentes, por la que millones de personas inician una travesía cuajada de dificultades y peligros que, a veces, lleva hasta la muerte; en la que los derechos humanos son violados sistemáticamente por las redes de trata y tráfico de personas, a merced de las que quedan al no existir vías segura de acceso a Europa u otros países; y en la que la hostilidad y la intolerancia es la respuesta que a veces se da en los países de tránsito y/o acogida, aumentando el mensaje de odio y las actitudes racistas en determinados lugares.

Y en este contexto hay que señalar dos aspectos importantes. Primero, los mayores peligros y riesgos a los que se enfrentan las mujeres por el hecho de serlo: trata y formas específicas de persecución (por motivos de género, matrimonio forzoso, mutilación genital, etc.) y violencia física y sexual en el viaje. Y, por otra parte, la tragedia del Mediterráneo, con 785 personas fallecidas en el 2018, más de 22.000 en los últimos 20 años.

Por ello, hoy, 20 de junio, Día Mundial de las Personas Refugiadas, diversas entidades sociales de Zaragoza saldrán a la calle para visibilizar la coyuntura de estancamiento y abandono que afecta a las personas refugiadas, queriendo manifestar la preocupación por el declive del interés mediático y social acerca de esta situación. Exigiremos la creación urgente de vías seguras de acceso a los países de asilo, que garanticen el derecho al refugio; reivindicaremos la necesidad de multiplicar esfuerzos y recursos para que desaparezcan las causas que obligan a huir; y proclamaremos la obligación de apoyar a las personas con necesidad de protección, con una acogida de calidad que priorice los derechos de las personas. Acogida en la que es necesaria la corresponsabilidad de la ciudadanía y los poderes públicos

Por estas razones pedimos a la ciudadanía zaragozana que se sume a la defensa de los derechos de las personas refugiadas, tomando la palabra en su apoyo y agitando sus llaves para que se escuche que Zaragoza quiere abrir sus puertas.