Las poblaciones fortalecen su capital social comunitario de forma espontánea. Un ejemplo está en la ciudad de Ibagué (Colombia), cuyos habitantes suben a Villa Restrepo para asistir a la misa de sanación, disfrutar de la jornada dominical con familia y amigos y hacer turismo en el Cañón del Combeima.

La jornada comienza de madrugada y a pie, en bicicleta o transporte público suben a la montaña a disfrutar del tiempo libre en comunidad. El riesgo de una avalancha destructora y los problemas sociales eran los principales motivos por los que solía conocerse Villa Restrepo. Sin embargo, la esperanza llena sus calles el primer domingo de cada mes. Pequeños puestos con comida

y abalorios llenan de color, sonidos y olores sus calles. Compartir mantel es la mejor manera de comenzar una conversión. De un ambiente deprimido a una comunidad sana y equilibrada, esta evolución solo es posible porque la utilidad social producida se reconoce socialmente.