El estatus de refugiado es una figura reconocida en el Derecho Internacional. Para recibir asilo es condición sine qua non estar perseguido o que la vida del solicitante corra peligro. En Lesbos, en torno al 40% de las solicitudes son rechazadas. Y el «no» significa la deportación. El proceso para lograr el estatus de refugiado arranca nada más tocar suelo griego, pero la saturación y la burocracia hacen que el recién llegado tarde meses en recibir su tarjeta de demandante de asilo. Durante este periodo no reciben la ayuda de 90 euros al mes que la UE entrega a cada uno de ellos -a través de Acnur-. Los comienzos son duros.La clave del procedimiento es una entrevista en la que se pregunta al solicitante los motivos que le han llevado a salir de su país y se le pide documentación para comprobarlo, tras lo que cual se toma una decisión. Actualmente se están concediendo citas para esta entrevista a casi dos años vista (para el 2022), según denuncian desde la oenegé Legal Centre Lesvos.

Para la mayoría, el mejor escenario es lograr la condición de refugiado en un plazo de entre dos y tres años. Después, comienza a contar un plazo de seis meses, tras el cual se pierde el derecho de alojamiento y asignación mensual con la expectativa de que la persona encuentre trabajo y logre sus propios ingresos, algo extremadamente difícil en Grecia, con una de las tasas de paro más altas de la UE (en torno al 17%). Además, la documentación obtenida da derecho a residir en Grecia pero no a hacerlo en el resto de la UE.

«En Atenas ya se está viendo lo que provoca esta situación, con mucha gente viviendo en la calle, desesperada. Están atrapados, primero en Turquía, después en la isla de Lesbos y más tarde en Grecia (en la parte peninsular)», protesta Lorraine Leete, la responsable de Legal Centre Lesvos.

A la espera de la entrevista se encuentra Javad Emami, de 24 años, nacido en Afganistán. Pintor de profesión, colabora con una oenegé como profesor de dibujo. Vive donde da clases, literalmente: cuenta con un pequeño camastro debajo de una especie de escenario que preside el espacio. El lugar está ambientado con centenares de cuadros hechos por refugiados que reflejan con crudeza la situación.

Este es su segundo intento. El primero le llevó como ilegal a Noruega, Alemania y Francia, hasta que fue deportado a su país de origen. Ahora regresa. «Le dije a mi abogado que no quiero volver. Ahí no tengo nada».