El campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza lleva muchos años vinculado a la ayuda para el desarrollo con países terceros y a la cooperación local con iniciativas en diferentes campos, apoyados en todo momento por el alumnado.

En estos momentos, en los que la crisis sanitaria se ha apoderado de cualquier actuación, tanto internacional como local, son muchas las iniciativas que estamos desarrollando con nuestros alumnos. De forma altruista, estos están aportando su granito de arena en entornos desfavorecidos, en el acompañamiento a mayores vía telefónica o en ayudas tutoriales a través de la red con países centroamericanos. Y todo ello desde la ilusión y la motivación, con iniciativas cuya visibilidad se queda en el silencio de la acción.

Una actividad que se inició a través de retos en una asignatura se convirtió, a nivel local, en apoyos a familias con hijos pequeños o con discapacidad y a residencias de ancianos, o en materiales para escuelas rurales y de entornos desfavorecidos en Centroamérica y campos de refugiados.

Los grados de Magisterio en Educación Infantil y Primaria del campus de Teruel apuestan por una metodología de aprendizaje servicio, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), así como por un aprendizaje basado en retos, haciendo que los estudiantes se involucren en la búsqueda de soluciones ante situaciones reales que se les van planteando. De esa manera, vamos trabajando diferentes ODS; en concreto, el ODS cuatro (educación de calidad), y el diez (reducción de las desigualdades). Estos retos no solo van enfocados al aprendizaje de los alumnos, sino también a paliar una necesidad emergente.

Esta situación de crisis ha acentuado, si cabe, todavía más, las desigualdades, haciéndose más visibles en nuestro entorno inmediato. No solo está la brecha digital, sino también la atención a niños y personas en situaciones de vulnerabilidad con escasos recursos o personas mayores. Así, los ODS cuatro y diez se enfocan para ser abordados como compensadores de desigualdades. En estos dos meses, cuatro retos han sido trabajados por 75 estudiantes de tercero. Las principales características de estos desafíos han sido su globalidad y su multidisciplinariedad.

Esta forma de cooperar ha llevado a nuestros estudiantes a tener una comprensión más profunda de la realidad y las necesidades, sensibilizados por la situación que están viviendo. Han aprendido a buscar las propuestas más adecuadas, de acuerdo a la población a la que va dirigida la acción, y a la exigencia de trabajar de forma colaborativa y multidisciplinar, desarrollando la creatividad. En definitiva, han aprendido a fortalecer la conexión entre lo que aprenden en el entorno académico y lo que perciben del mundo que les rodea, viendo el impacto de sus acciones en el sector o comunidad donde han llevado a cabo la acción.

La relevancia e interés de las propuestas han hecho de ambas metodologías el hilo conductor de nuestra acción solidaria en estos tiempos crisis. Se abre una nueva vía de cooperación dentro de nuestra trayectoria, que no significa que suplantará a la acción in situ, sino que reforzará y acompañará a la misma.