Entre los derechos humanos de tercera generación está el derecho a la paz. ¿Cómo lo ejercemos? ¿De qué elementos debe constar? Para adquirir las competencias necesarias para ser agentes de paz en nuestros territorios y generar espacios que nos permitan convivir de manera pacífica, la educación para el desarrollo y la ciudadanía global es clave.

Basada en el ejercicio y defensa de los derechos fundamentales, el análisis del impacto de las acciones propias, la comunicación, la gestión pacífica de conflictos, la celebración de la diversidad o las interdependencias positivas, la educación para la paz propone un sistema más sostenible en todas las esferas de nuestra vida. La educación para el desarrollo nos mueve a ser corresponsables, poner en marcha propuestas transformadoras, ser consumidoras éticas y solidarias, hacer defensa de la tierra, exigir que se rindan cuentas y, siempre que corresponda, promover cambios de rumbo. Porque, como dice un verso del poeta chileno recientemente fallecido, Nicanor Parra, «uno quiere que la tribu continúe».