Decía el sudafricano Nelson Mandela que «la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo». Y convencidos de ello trabajan desde hace meses en la República Democrática del Congo para construir la escuela Joseph Xifré, impulsada por la Fundación Proclade ONGD, promovida por los misioneros claretianos. Una escuela de la que se beneficiarán más de 1.200 niños de hasta 12 años. Un recurso más que necesario en el Congo, que sufre la maldición de los recursos naturales.

Se estima que este país africano tiene en su subsuelo más de 24 billones de dólares en oro, cobre, diamantes, cobalto, coltán… En el caso de este mineral, que se ha hecho imprescindible en nuestros móviles, sus reservas representan más del 70% del total mundial y su extracción se encuentra en manos de grupos armados. Una riqueza natural que contrasta con el hecho de que más de ocho de cada diez personas viven bajo el umbral de la pobreza absoluta.

«El problema es que la riqueza no se usa para el desarrollo socioeconómico del país, sino para mantener a alguien en el poder», explica Stephane Uyungu, coordinador del proyecto de construcción de la escuela, haciendo referencia a Joseph Kabila, en el poder desde el 2001 y contrario a celebrar unas elecciones. «Dice que falta dinero para organizar los comicios pero sí que lo tiene para comprar armas», tras dos décadas de conflicto.

Desde que ha estado en el cargo, Kabila y su entorno se han beneficiado enormemente vendiendo grandes concesiones mineras. Entre los años 2010 y 2012, Global Witness descubrió que las principales concesiones se vendían en secreto, beneficiando exclusivamente a particulares. «Se estima que el Estado ha perdido más de 1.300 millones de euros en este proceso, lo que equivale al doble de los presupuestos de sanidad y educación del país».

Los conflictos, el hambre y la agitación política se han cobrado su precio en el sistema educativo del Congo. «Muchas escuelas han sido destruidas por los grupos armados o permanecen vacías porque los niños y los maestros tienen demasiado miedo para asistir. Mientras, algunos padres ya no pueden pagar los uniformes, libros o tasas escolares». Sin embargo, Uyungu rápidamente recuerda la frase de Mandela: «Pese a todo somos conscientes de que la educación tiene un papel esencial en nuestro contexto para promover la paz y la seguridad desde un enfoque de igualdad, inclusión y cuidado del medio ambiente». Unas palabras importantes si tenemos en cuenta que un 43% de la población adulta no está alfabetizada.

En esta línea, y tras una serie de reformas, han conseguido que Educación para la Ciudadanía se convierta en una asignatura obligatoria en las escuelas del país como catalizador para promover la paz, la reconciliación y la seguridad. «Buscamos garantizar que los jóvenes, al terminar la escuela, se conviertan en buenos ciudadanos, conozcan las leyes de su país y las respeten».

Pero no se queda aquí. Uyungu también apuesta por que, más allá de la educación formal, las escuelas también puedan albergar clubes de paz y reconciliación, donde los niños y niñas puedan realizar poesía, teatro, canto, baile…. Algo esencial para poder cambiar el Congo, que sigue viviendo uno de los conflictos más mortíferos desde la Segunda Guerra Mundial.