-Hace dos años, la Unión Europea se comprometió a acoger a más de 180.000 personas refugiadas, y España, a 17.337. Ayer martes finalizó el plazo dado por Bruselas para cumplir con este compromiso. ¿Cuál es la situación?

-La situación es que estos números no se han cumplido y que hoy un nivel de incumplimiento muy alto. Europa solo ha alcanzado una cuarta parte de ese compromiso, y España, el 11%.

-¿Cuáles han sido los motivos?

-Son muchos, pero el principal es que los procesos de reubicación y reasentamiento solo ha sido accesible a personas de unas nacionalidades concretas. Se ha discriminado a personas de otros orígenes, como pueden ser Somalia, Afganistán, Pakistán o Nigeria, que son países con grandes conflictos ahora mismo. Ha tenido también mucho que ver el acuerdo de la Unión Europea con Turquía que ha abierto la puerta de las devoluciones forzosas. Hace unos días, el gobierno turco declaró que no había personas que cumplieran el perfil de reubicación, pero a nuestro parecer esto tiene mucho que ver con los criterios restrictivos que han marcado desde el inicio del proceso, el acuerdo con Turquía y los acuerdos de devolución.

-¿Por qué el porcentaje de personas acogidas es menor en España que en el resto de la Unión Europea?

-Es verdad que en España el proceso de reubicación y reasentamiento ha sido inferior al resto de la Unión Europea, pero también es cierto que las peticiones en territorio o en frontera, que son las personas que llegan por sus propios medios a nuestro país y piden asilo, ha aumentado considerablemente en el último año, en contra de lo que ha pasado en la Unión Europea, donde el porcentaje de peticiones ha descendido. Es decir, el número de acogidos finalmente es muy superior al número de refugiados que han llegado a través de los programas de reasentamiento y reubicación.

-¿Cuál es la situación en Aragón?

-En Aragón no había compromiso como tal. El compromiso era estatal y luego la derivación hacia las comunidades tenía que ver con la capacidad de acogida que tuviera cada una de ellas. Es importante señalar que, al igual que al principio insistíamos mucho en que no todo refugiado era de origen sirio, que había muchas otras nacionalidades de países en conflicto o persecuciones de tipo individual que hacen que la cartografía de los emisores de refugiados sea muy variada, ahora queremos hacer hincapié en que el alojamiento y el hospedaje no es acogida de refugiados. Es verdad que nos estamos quedando muy cortos en los números, pero también nos estamos quedando mucho más cortos en adaptar las normativas y los procesos a la realidad de los refugiados. Si realmente queremos acoger a personas refugiadas, tenemos que hacer un esfuerzo por cambiar el marco en el que nos movemos, el normativo y el sociojurídico.

-¿Qué consecuencias puede tener este incumplimiento para el gobierno español?

-Consecuencias legales y directas, ninguna. La mayor consecuencia es que estamos jugando con la credibilidad de Europa y de todos sus estados miembro, que se están amparando en el paraguas europeo olvidándose de sus propios compromisos. Cada estado es soberano para poder traer a personas refugiadas a su país pero no se están abriendo vías seguras de acceso a Europa, con lo cual nos estamos cargando principios y valores que se creían intrínsecos a la Unión Europea, de solidaridad y de respeto a los Derechos Humanos y a las normas de las que nos habíamos dotado. Está en cuestión la Convención de Ginebra. Es necesario que las personas puedan llegar con seguridad a los países que les pueden ofrecer protección. Estamos poniendo en riesgo el proyecto europeo.

-¿Cómo está afectando esta inoperancia a las miles de personas refugiadas?

-Está claro que el sistema, aunque ha crecido, no está funcionando. Hemos intentado estirar un traje que es pequeño abriéndole unas costuras que no llegan, y lo que tenemos que hacer es comprar un traje nuevo. Esto tiene un coste para las personas muy alto: son muchos traumas, muchos miedos, muchas inseguridades, incluso, cuando ya están aquí: sobre los procesos, los tiempos, las posibilidades... Se supone que cuando llegan buscan protección, y la protección pasa por una sensación subjetiva: ‘Yo estoy seguro, pero además me tengo que sentir seguro’. Si no conseguimos que este proceso genere seguridad, las personas van a seguir viviendo con miedo. No solo tenemos que ser capaces de ofrecer seguridad a estas personas, sino hacer que estén seguras y que lo sientan.

-Dentro del colectivo de refugiados, ¿hay grupos más vulnerables que otros?

-Por supuesto, las familias con menores a su cargo, las personas que han sufrido tortura o las víctimas de tratas son personas con un grado de vulnerabilidad mayor. Las mujeres, por ejemplo, somos las grandes perjudicadas en cualquier conflicto, tenemos un grado de vulnerabilidad y unas secuelas mucho mayores porque muchas veces se nos utiliza en estos procesos de guerra como una manera de castigar a toda una sociedad.

-¿Qué medidas plantean entidades como ACCEM y las firmantes del documento ‘Sin salida’ para mejorar la situación?

-Plantemos una revisión de los requisitos para acogerse a los procesos de reubicación y reasentamiento y algo que venimos reclamando desde hace muchísimo tiempo: vías seguras para poder llegar. No es posible que estemos condenando a las personas a que se jueguen la vida en el mar o en los desiertos, o a que se pongan en manos de las mafias que aumentan su dolor y vulnerabilidad. Tendríamos que volver a revisar los visados humanitarios para facilitar su expedición y ver qué pasa con ese reglamento de asilo que lleva casi ocho años de retraso y en el que hay algunas figuras como el asilo consular, aún por desarrollar, que serían fundamentales.

-¿Y qué les piden a las administraciones?

-Instamos a todas las administraciones, comunidades autónomas, entidades locales y por supuesto Gobierno central, a que España realmente sea un país de acogida y no de alojamiento, que no sea el hospedaje lo que nos preocupe. Seguimos pidiendo solidaridad con las personas refugiadas y con los migrantes en general. Es verdad que hay una necesidad de control de flujos migratorios pero eso no puede pasar por vaciar. Una cosa es el control y otra cosa es la inexistencia de vías legales de llegada.