Si bien se puede señalar a los países del norte global como responsables históricos de la crisis climática, las empresas europeas, en particular, son uno de los principales actores en cuanto a su contribución a este problema de dimensiones globales, ya que algunas se encuentran dentro de las principales emisoras de gases de efecto invernadero a nivel mundial.

La crisis climática es una realidad indiscutible. Según el informe sobre el Estado del Clima Mundial, en el 2019 se alcanzaron las máximas concentraciones de gases de efecto invernadero de la historia. Además, cada década desde 1980 ha sido más cálida que su predecesora y, en España, el mes de julio del 2020 ha estado dos grados por encima de la media del periodo de referencia 1981-2010.

Los océanos se están acidificando, el deshielo de los polos y glaciares se está acelerando, los patrones de las precipitaciones se están modificando y el nivel del mar se está elevando. Todo esto tiene repercusiones para la vida en el planeta, que tiene que luchar por adaptarse en un breve periodo de tiempo a unas condiciones climáticas cambiantes.

Ante este panorama, muchas personas -especialmente en contextos vulnerablesven sus modos de vida e incluso su propia existencia peligrar. Las sequías que afectan las cosechas en Centroamérica, la elevación del nivel del mar, por la que el agua salada se infiltra en los acuíferos y limita la disponibilidad de agua dulce en Kiribati, y el deshielo del permafrost, que impide el mantenimiento de las infraestructuras en Alaska, son algunos ejemplos de impactos climáticos que, junto con otros factores, inducen la movilidad humana.

Este fenómeno, denominado migraciones climáticas, es cada vez más conocido. Sin embargo, algunos debates -como el de la terminología, las cifras y la protección jurídica de las personas afectadascontinúan sin resolverse. Además, las mujeres y las niñas se ven especialmente afectadas en estos contextos.

Las empresas europeas, a través de sus diversas operaciones por todo el mundo, y de obstaculizar las negociaciones climáticas, también son responsables de la crisis climática y ambiental que afecta el disfrute de los derechos humanos. Por ello, su contribución a la emergencia climática en general, y a las migraciones climáticas en particular, no debe pasar desapercibida.

Siguiendo la estela de los informes previos, Migraciones climáticas: una aproximación al panorama actual (2018) y Perspectiva de género en las migraciones climáticas (2019), ambos impulsados por ECODES, este año 2020 nos proponemos visibilizar en nuestra investigación la relación entre las actividades de las empresas europeas y las migraciones climáticas desde la perspectiva de la justicia climática. A su vez, queremos incidir en el proceso de adopción de nueva normativa europea para que incluya el deber de respetar los derechos humanos y el medio ambiente y que contemple, en concreto, las migraciones climáticas.