Emocionado se encuentra todavía el equipo de 100 Pies Eventos tras su regreso de Senegal. Esta asociación deportiva, cultural y recreativa zaragozana ha organizado por tercer año consecutivo la III Carrera de los Niños de África en la localidad de Kabacoto, ubicada en la región de Kaolack, cerca de la frontera con Gambia.

Lo que en 100 Pies pretenden con la organización de esta prueba deportiva «es poder ofrecer una fiesta a un poblado como el de Kabocoto, donde carecen de muchos recursos», expone Sergio del Barrero, presidente de la asociación.

Este población cuenta con 3.000 vecinos apartados de núcleos urbanos y servicios tan básicos como carreteras asfaltadas o centro médico, entre otros. Sus habitantes subsisten fundamentalmente de la ganadería y la agricultura, en un territorio árido y hostil.

Kabocoto «es un lugar muy remoto y resulta difícil trasladar hasta allá mucha ayuda material. Y, para una organización pequeña como la nuestra, es complicado plantear allí grandes proyectos», se sincera Del Barrero. «Por eso, nuestro objetivo se limita a llevarles una vez al año a esos niños, que cuando llegamos ya nos están esperando, una carrera como la que podría disfrutar cualquier niño de Zaragoza un fin de semana cualquiera», añade.

«De paso -continúa el presidente de 100 Pies- les llevamos regalos como gominolas, chándales, zapatillas o material escolar, cosas que para nosotros pueden parecer una tontería pero que estos niños, que están acostumbrados a jugar descalzos entre el polvo, agradecen mucho. Digamos que, por un día, somos una especie de Reyes Magos, o las fiestas del pueblo».

Les llevaron alegría, que no es poco. Y más, si se tiene en cuenta que el viaje hasta Kabacoto fue duro, pues la expedición hubo de atravesar pésimas carreteras y zonas peligrosas con animales salvajes, además de soportar los continuos controles policiales e impedimentos de la burocracia africana a la hora de cruzar las fronteras de Marruecos, Mauritania y Senegal.

«Son muchos kilómetros sin ningún tipo de asistencia y mucha distancia entre gasolineras. Algunas carreteras son muy malas, con baches en los que cabe un coche. Hay que pasar varias fronteras y la de Mauritania es muy peligrosa. Como en muchos países con bajos niveles de desarrollo, la burocracia funciona a base de sobornos. El primer año fue más complicado pero ahora ya sabemos cómo hay que actuar. Y la verdad es que en solo dos años ha mejorado todo bastante, desde las infraestructuras hasta los trámites fronterizos», relata Sergio.

Un viaje bien aprovechado

Como ya se ve, llegar hasta Kabacoto no es un camino de rosas. Así que, tras la experiencia del primer año, el equipo de 100 Pies Eventos quiere aprovechar al máximo cada expedición. La electricidad llegó recientemente al poblado. «No todo el mundo tiene luz pero en el colegio ya disponen de ella. El primer año les preguntamos cuáles eran sus necesidades y en la segunda carrera pudimos llevarles unas fotocopiadoras y otro material escolar que recogió el club de atletismo femenino de 100 Pies, las Naranjitas», señala. Este año se entregó gran cantidad de material escolar, un microscopio, ropa deportiva y balones de futbol, baloncesto y rugbi.

También se aprovechó el viaje para equipar de pies a cabeza a los jugadores del equipo de fútbol de la localidad, que hasta ahora jugaban con camisetas de un color parecido y, casi siempre, descalzos o en chanclas.

La expedición de 100 Pies Eventos quiso igualmente apoyar al recién llegado enfermero de Kabacoto, a quien entregaron material sanitario básico y aparatos para medir la tensión y el azúcar, de control auditivo o para medir el pulso del feto en embarazadas, entre otras donaciones.

La III Carrera de los Niños de África de Kabocoto se realizó con el permiso del director del colegio infantil, del alcalde, del jefe de este poblado milenario y del imán. Todos ellos acudieron personalmente a dar la bienvenida a los integrantes de la expedición española y a ver la carrera, el pasado 26 de enero. La prueba desató tanto revuelo en la zona que incluso hubo que montar una carpa para las autoridades del poblado y de regiones limítrofes.

La prueba se disputó en un circuito tipo cross con arco de salida, banderas, registro de inscritos, dorsal, camiseta, bolsa del corredor, megafonía, moto de carrera, trofeos y mucho más.

Hubo regalos para todos los participantes, patrocinados por empresas zaragozanas, que fueron repartidos al llegar a meta con la ayuda de los voluntarios del pueblo, además de la camiseta de la carrera que recibió cada uno en clase con su dorsal. También se entregaron medallas y un chándal (regalo del Club Tragamillas de Alcañiz) a los tres primeros chicos y chicas de cada carrera. Los encargados de repartir los premios fueron las autoridades presentes.

Corrieron 500 pequeños de entre 6 y 12 años, divididos por clases en 6 carreras y, por primera vez, con niños y niñas mezclados, por el circuito de 500 metros. Los de 11 y 12 años dieron dos vueltas, siguieron los de 8 y 9 años, con una vuelta, y terminaron los de 6 y 7 años, que recorrieron 300 metros. A pesar de que la mayoría corrían descalzos o con chanclas, casi todos lo hicieron muy rápido. «Todos pudieron realizar una prueba sencilla, pero única en sus vidas», concluye Del Barrero.