Su madre notó que el color de su cara cambiaba en mitad de la noche. Poco después su pecho no se movía. El médico fue quién confirmó más tarde que el bebé, de ocho meses, había fallecido a causa de una hipotermia mientras dormía. Es uno de los cuatro niños fallecidos en los campamentos informales de desplazados de Idlib que han muerto a causa de las bajas temperaturas. Una niña de un año y medio, es otra de los fallecidos. Tras dos horas de caminata con su padre de camino al hospital, al llegar solo pudieron confirmar su muerte.

Más de 700.000 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares desde principios de diciembre debido a la intensificación del conflicto en Idlib y Aleppo, 350.000 de ellas son niños. Las oenegé internacionales están pidiendo un alto el fuego urgente para permitir que la ayuda llegue a los más vulnerables y evitar así más muertes innecesarias.

Esta situación ha obligado a que las familias migrantes estén viviendo en constante movimiento, buscando refugio durante el día para poder pasar la noche. Duermen debajo de lonas, ??en automóviles o en edificios a medio construir sin ventanas. La mayoría no se puede permitir pagar calentadores o combustible, y la falta de ropa de invierno hace que no puedan mantenerse calientes. Los suministros son bajos y la respuesta humanitaria parece no ser nunca suficiente.

«Aquí hace aproximadamente 7 grados bajo cero. Las familias y los niños se están congelando sin un techo sobre sus cabezas. Todos aquí nos piden carpas o viviendas para buscar refugio frente al frío. Hoy mismo he visto 20 niños viviendo en un sótano sin ventanas ni ventilación. Han estado andando durante tres días y están enfermos sin mantas ni colchones para dormir», explica Ahlam, asesora de protección infantil en la oenegé World Vision en Idlib.

Khaled, un padre de seis hijos, está, con otras siete familias, en un almacén. Hay moho en las paredes y no hay sanitarios. El alquiler es de 100 dólares al mes, pero nunca consiguen el dinero suficiente para pagarlo. «Mi familia y yo huimos con otras familias cuando la lucha se intensificó. Nos quedamos en el campo durante dos días después de dejar nuestras casas. Mis hijos ni siquiera tienen mantas o colchones para dormir y algunos de ellos están enfermos», cuenta Khaled. «Aquí no hay baños, los hombres salen del almacén cuando las mujeres necesitan usar un baño temporal que hemos colocado, la situación es completamente miserable», añade.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 30% de todas las víctimas en las hostilidades desde el comienzo de la escalada de violencia en Idlib y las áreas circundantes el pasado abril son niños. Duncan Amoyo, asesor de salud para la eespuesta en Siria de World Vision explica que «los bebés y los niños pequeños son los más vulnerables», ya que «viven en campos abiertos en un clima invernal helado y húmedo».

La gran mayoría «tienen el sistema inmunitario debilitado debido a la insuficiente nutrición que tienen, y estamos viendo tasas crecientes de neumonía. También estamos presenciando un aumento de enfermedades diarreicas entre las poblaciones que viven en los campamentos, lo que puede atribuirse a la falta de saneamiento en los campamentos», explica Amoyo.