Ella estuvo allí. Tal día como hoy, un 26 de junio de hace 42 años, la primera manifestación del Orgullo LGTBQI celebrada en España recorría las Ramblas de Barcelona. Y la zaragozana Miriam Amaya se situó, junto a otras compañeras trans, a la cabeza de la marcha. Tamaña exposición pública fue entonces todo un gesto de valentía, pues no hay que olvidar que la ley franquista de peligrosidad social seguía vigente. «Y en esa época, las únicas que éramos visibles fuimos nosotras, las trans», afirma.

Solo por ser gay, lesbiana o transexual, cualquiera podía acabar en la cárcel. Más de cuatro décadas después, las manifestaciones del Orgullo 2019 están dedicadas a aquellas pioneras que pusieron su dignidad por encima del temor a la represión.

«A aquella primera manifestación fuimos todas acojonadas», admite Amaya. Y no es para menos. Las Ramblas estaban tomadas por los grises. «Pero, como ya estábamos tan hartas de todo, no nos importó». Aunque aquel día no les ocurrió nada malo «porque el mundo estaba pendiente de nosotras. Era insólito que en aquella España que estaba saliendo del franquismo hubiera una manifestación gay», explica.

Está convencida de la Policía no se atrevió a cargar porque habían acudido medios de comunicación extranjeros. «Pero al día siguiente, cariño, claro que notamos la represión. Recorrieron las Ramblas con las lecheras para llevarnos a comisaría». Aunque todavía era menor de edad, ella tampoco se libró. Y asegura que, más que las palizas, «lo que más me dolía eran las humillaciones. Un palo te puede durar un día, pero la humillación era horrible y eso nunca te lo puedes quitar de encima».

En una de aquellas ocasiones «en las que me humillaron en comisaría -hubo muchas-, me empezaron a llamar maricón y a decirme que cómo no me daba vergüenza ir así, y más siendo gitano. Aquello me hizo boom en la cabeza y me di cuenta de que, si mi familia siempre me había querido tal y como soy y nunca tuve ningún problema con ellos, ¿por qué esos señores me iban a humillar? En ese momento decidí que hasta ahí habíamos llegado, y así fue como cogí fuerzas para esta lucha», rememora.

Así pues, este año, la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (FELGTB) dedica las celebraciones del 28 de junio a aquellos hombres y mujeres que tuvieron el valor suficiente para sentar las bases de un movimiento social que, tras años de lucha, ha conseguido los derechos de los que hoy disfruta este colectivo en España. Y lo hace coincidiendo con el 50º aniversario de los disturbios de Stonewall en Nueva York, que fueron el germen de lo que hoy es el Orgullo.

Aquellas primeras activistas son hoy personas mayores, a quienes las organizaciones que convocan las manifestaciones han querido rendir homenaje. Es el caso de la asociación Somos LGTB+ de Aragón, una de las convocantes de la marcha que se celebrará en Zaragoza este viernes.

«Nos hemos sumado a esta iniciativa por formar parte de la FELGTB, pero también porque entendemos los motivos», sostiene Alejandro Sierra, responsable del grupo de educación de Somos. «Creemos que desde las propias entidades no se ha trabajado lo suficiente por los mayores, lo que supone también una autocrítica a la labor realizada hasta ahora», asegura.

Una sensación común entre muchos activistas de hoy es la de tener una deuda pendiente con aquellas pioneras. Para Miriam Amaya, no se trata tanto de una deuda como de una necesidad de «reconocimiento, porque luchamos por los derechos más básicos, y no deberían dejarnos caer en el olvido».

En este sentido, el portavoz de Somos, incide en que dedicar este año el Orgullo a las personas mayores «supone conservar la memoria histórica de este movimiento, que en España sufrió las consecuencias de convivir con el régimen franquista».

Pero Miriam no solo pide un reconocimiento para aquellos primeros activistas gays, lesbianas y bisexuales, sino especialmente para el colectivo trans, ya que cree que aún hoy en día «estamos invisibilizadas, incluso dentro del propio movimiento LGTBQI».

Respecto de la necesidad de seguir manifestándose y reivindicando derechos 50 años después de Stonewall, Miriam Amaya lanza una advertencia a las nuevas generaciones. «Que nadie piense que hemos ganado esta guerra porque es una equivocación enorme. Simplemente hemos ganado batallitas, pero aún queda mucho por conseguir».

Entre los retos pendientes cita las restricciones de acceso al mercado laboral. «Por lo que a mí respecta, a estas alturas, ya me da igual. Pero no quiero que los y las jóvenes trans se vean abocados a no poder elegir nada más que entre el mundo del espectáculo o la prostitución».

Miriam también quiere hacer entender a la sociedad que ponerse o quitarse pecho, por ejemplo, no es un capricho para una persona trans. Y cree por eso que todas las comunidades autónomas deberían ofrecer ese tipo de intervenciones. «Queda mucho camino por recorrer», lamenta. «Tenemos que seguir luchando por nuestros derechos».

Unos derechos que costó mucho conseguir y que, para muchos activistas LGTBQI, corren peligro debido a la entrada de la extrema derecha en las instituciones. Pero Miriam no rebla. «No me preocupa. Me reí de Franco, como para no reírme de esta derecha. Si tenemos que gritar, gritaremos fuerte, pero no podrán con nosotras».