La Cumbre del G7 en Francia reafirmó la brecha cada vez mayor entre aquellos que demandan una acción climática urgente y la acción real de las mayores economías del mundo. A menos de un mes de que se celebre la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas en Nueva York, los líderes del G7 reiteraron «su voluntad» de aumentar su ambición climática, sin proporcionar detalles sobre cómo actuarán ante la grave emergencia climática.

Ante las medidas emitidas por los líderes del G7, La directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, declaró: «Necesitamos algo más que palabras para afrontar la actual crisis climática. Una declaración estándar que vuelva a recordar que es necesario actuar no tiene sentido y está alejada de la realidad, a menos que se convierta en acciones reales sobre el terreno».

Los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) acordarón en su reunión en Biarritz una «ayuda inmediata» de 20 millones de dólares (unos 17,9 millones de euros) para apoyar a los países afectados por la catástrofe y para ayudar a combatir los incendios forestales.

«Si bien se agradecen estas medidas a corto plazo, la asistencia futura debe incluir compromisos del presidente de Brasil, Bolsonaro, para reducir la deforestación», exigió Motgan, que añadió: «Además del apoyo acordado hoy, los países del G7 deben dejar de ser impulsores de la deforestación de la Amazonía a través de la importación de productos agrícolas asociados con la deforestación y la degradación del suelo».

Entre las propuestas de Greenpeace, el grupo ecologista afirma que se necesita un cambio radical en el sistema alimentario mundial, incluido un recorte del 50% en el consumo de carne y lácteos para 2050. Un recorte que los países del G7, debido a su estatus económico, deberían reducir aún más, para poder llegar al objetivo de un calentamiento límite de 1,5°C que los países pactaron en el Acuerdo de París. Limitar el calentamiento a 1,5°C en lugar de a 2°C, supondría una gran diferencia tanto para la vida en los océanos como en la tierra. Se evitaría que cientos de millones de personas sufran olas de calor extremas de forma frecuente, se reduciría a la mitad el porcentaje adicional de población que tendría que enfrentarse a la escasez de agua y el impacto en la desestabilización de las capas de hielo.