-¿Es Koiki una oenegé?

-No, es una empresa de innovación social, y esa es la clave del modelo. Seguimos la filosofía de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, impulsor de los microcréditos, que tiene una metodología muy avanzada de la innovación social: el social business. Utiliza las herramientas del capitalismo para combatir la pobreza, el desempleo y la contaminación. No somos una oenegé ni vivimos de subvenciones, sino que desarrollamos una acción recurrente en el tiempo y sostenible económicamente.

-Esos tres objetivos, ¿cómo se trasladan a Koiki?

-Aprovechamos una oportunidad única, que no es fácil que se de en la economía de mercado, como es la burbuja del comercio electrónico, para luchar contra la desigualdad económica y contra el desempleo en colectivos vulnerables. Y lo hacemos sin contaminar, porque el reparto se hace andando o en bicicleta.

-¿Con qué colectivos trabajan?

-De las 16 entidades con las que colaboramos en España, 14 trabajan con personas con discapacidad intelectual, una con colectivos en riesgo de exclusión y otra con parados de larga duración.

-De momento, Koiki empieza a operar en el Actur. ¿Qué expectativas de crecimiento tienen?

-Es muy sencillo. Con 40 paquetes al día, podemos pagar un salario digno de 1.000 euros al mes a una persona. Creceremos a medida que vayamos teniendo más paquetes. Si en el Actur conseguimos tener 200 paquetes, habrá cinco personas trabajando en el barrio. En España se entregan medio millón de paquetes al día. Y como crece al ritmo del 20% anual, hay mucha generación de empleo en el sector. Por eso decimos que es una oportunidad única que hay que aprovechar para dar trabajo a los colectivos vulnerables. Por eso esperamos ir implantándonos en otros barrios mediante nuevos acuerdos con Zeleris y con otras empresas de comercio electrónico, como Amazon, Zalando, Privalia o El Corte Inglés.

-¿Cómo es de satisfactoria la experiencia para el usuario?

-Cambia mucho con respecto a otras empresas de paquetería. El envío te llega de manos de una persona de tu barrio, y eso genera mucha confianza. Tú decides a qué hora te va bien. Sabes que esta persona llega andando o en bicicleta, sin contaminar. Y nuestros koikis siempre reparten con una sonrisa, por eso cambia la experiencia.