A las puertas de un nuevo 8 de marzo, día internacional de la mujer, tenemos, como cada año, una importante cita para reivindicar los derechos de las mujeres. Si bien es cierto que se ha avanzado mucho, la igualdad real está lejos de haberse logrado. Y esto, hablando desde el contexto de los países del norte. Si enfocamos la mirada a los países del sur, la situación es mucho más flagrante si cabe.

El verano pasado tuve la oportunidad de realizar un voluntariado en Nicaragua, gracias a la asociación del Hermanamiento León - Zaragoza. Allí conocí la importante labor que realiza la asociación Mary Barreda, que tiene como ejes principales de su trabajo los programas de sensibilización y asesoramiento legal para las mujeres en riesgo en la ciudad de León y en las comunidades rurales de alrededor. Una de sus vías de financiación es a través del céntimo solidario que dona de su salario el personal del Ayuntamiento de Zaragoza.

Hace 28 años, esta asociación implantó un programa pionero en atención de salud sexual y reproductiva a mujeres prostitutas. Con los años ha ampliado sus proyectos a áreas como la violencia de género, la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes o el trabajo infantil.

Aleida González es abogada y trabaja en la asociación Mary Barreda. Aleida señala la importancia de poner el foco en los ejes de prevención y atención, sin olvidar la formación de las generaciones que vienen. Por eso, el trabajo de estas mujeres de la asociación Mary Barreda comienza tratando la parte más general de los roles de género asignados y los micromachismos en la vida cotidiana, hasta caer en las consecuencias reales y en el impacto que tienen en los proyectos de vida y aspiraciones de las mujeres de las zonas rurales de León.

Elis Rojas es psicóloga y acompaña a las mujeres en procesos de formación y sensibilización. Reconoce lo reticentes que son a la atención individual, debido a la presión social que sufren en las comunidades rurales, donde los vínculos sociales y familiares están ligados de una manera muy estrecha. Por eso, no es nada fácil que las mujeres se reconozcan como víctimas de violencia.

La violencia contra la mujer sigue viéndose, en una gran parte de la sociedad nicaragüense, como un problema de familia. La manera de trabajar de la asociación Mary Barreda es creando una red de promotoras y promotores, docentes, personal sanitario, líderes de comunidades... para trabajar de manera coordinada en el territorio ,otorgando a las mujeres, adolescentes y niñas en riesgo la atención jurídica social y psicológica que necesiten. Se intenta crear un tejido social comunitario para detectar y acompañar en estos procesos. Pero, sobre todo, intentan crear red para que las personas en riesgo sepan a dónde dirigirse.

Aleida González cree que en el ámbito de la justicia ha habido un cambio, gracias una mayor formación y al mejor trato en jueces y fiscales. No así en la policía, con la que se debería trabajar más en sensibilización. En Nicaragua existe una ley integral contra la violencia hacia las mujeres, que surgió como una iniciativa ciudadana. Pero, debido a las presiones de distintos colectivos, está sufriendo continuas modificaciones hasta el punto que los feminicidios ya no son vistos como tal, sino que vuelven a ser juzgados como crímenes ordinarios y tienen una pena mínima en la mayoría de los casos.