-¿Cómo acabó siendo observadora internacional?

-Siempre he tenido un vínculo con la información internacional y en especial con los temas comunitarios. Cuando terminé Periodismo estudié un máster relacionado con las relaciones internacionales. Luego fui a Bruselas para hacer unas prácticas en la Comisión Europea. También he trabajado para diferentes medios nacionales, tanto en España como desde corresponsalías en Bruselas y Turquía. Me seleccionaron para participar en mi primera misión, así que me fui para Kinsasa, capital de la República Democrática del Congo. Ese fue mi bautizo.

-¿En qué consiste una misión de observación electoral?

-El objetivo es que se cumplan los estándares internacionales. Por ejemplo, algo tan básico como es la libertad de expresión, que todos los candidatos puedan hacer llegar su mensaje al electorado. Nosotros no vamos allí a imponer nada, solo a cotejar que ese país esté cumpliendo sus leyes electorales, los acuerdos internacionales que ha firmado y que actúe dentro del marco que él mismo ha fijado.

-¿Que sucede cuando se inclumplen esos estándares internacionales?

-La misión organiza una rueda de prensa unas 48 horas después de la votación, donde presentamos nuestras conclusiones preliminares. Después se publica un informe más exhaustivo, con un análisis detallado de las cosas que han ido bien y las cosas que han ido mal. En ese mismo informe se incluyen nuestras recomendaciones, que luego el país puede adoptar o no. La Unión Europea no se puede imponer, solo recomendar. Ahora bien, la UE también tiene representación en cada país a través de las delegaciones, que trabajan en muy estrecha colaboración en proyectos de cooperación para hacer que estas recomendaciones se cumplan.

-¿Se vulneran los derechos de la ciudadanía?

-Hay muchas maneras sutiles de hacerlo. Por ejemplo, los medios de comunicación públicos están obligados a informar sobre todos los partidos y candidatos. Si el votante no está informado no puede votar con conocimiento. En muchos casos eso se vulnera.

-¿Cuál es su función?

-Al principio empecé con el equipo central, pero también es enriquecedor estar sobre el terreno. Cada experto tiene una materia, el día de la votación pueden participar hasta cien observadores. Mi función es la de analista de medios de comunicación. Solemos ir allí un mes y medio antes, depende de cada país, para ir analizando todo el proceso desde el principio, entrevistando a los candidatos… la observación es muy exhaustiva.

-¿Donde observa la Unión Europea?

-La UE participa sobre todo en los procesos electorales de África, pero también en Asia y en Latinoamérica.

-¿En cuántos países ha trabajado?

-He participado en más de 20 procesos electorales en total, en algunos países he repetido. En el Congo he estado tres veces y en Bolivia otras tres. No necesariamente en elecciones, porque también se hacen misiones de seguimiento para ver si se están adoptando las recomendaciones.

-¿Dista mucho la observación electoral en cada país?

-Si. Cada país tiene una constitución, unos procesos electorales, una historia y un contexto diferente. Hay países que están saliendo de guerras civiles y otros que tienen una mayor estabilidad institucional. Sin embargo, trabajamos con una metodología muy estructurada, que es lo que da credibilidad al proceso y a la UE. Pero también se aplica de misión en misión, tienes que adaptarte al terreno y al país.

-¿Se suele incumplir la ley?

-Como en todos los procesos, todo es perfectible. Incluso en España nos deja recomendaciones la OSCE cuando viene a observar. Ahora bien, no hemos observado nada tan grave como invalidar un proceso electoral.

-¿La UE tiene potestad para invalidarlo?

-Ni las misiones ni la UE pueden invalidar el proceso. Sí podemos decir que, en nuestra opinión, no se han reunido las condiciones para que las urnas expresen la voluntad de los votantes. Yo nunca he vivido esta situación, pero puede ocurrir, y de hecho ha ocurrido: en las últimas de Kenia fue el propio Tribunal Constitucional del país el que invalidó las elecciones.

-¿Cual ha sido el proceso electoral más controvertido que ha vivido?

-Como te digo cada país es un mundo. Hay países con mayor nivel de democracia y hay otros países en los que se está empezando a construir desde cero. Por ejemplo, en el Congo el nivel educacional es muy bajo. Recuerdo que, durante las elecciones del 2005, había gente que me preguntaba por la calle que quién era el señor referéndum, que lo habían oído en la tele pero no lo habían visto. Podría decirte que las más controvertidas que recuerdo haber vivido fueron las de Honduras en el 2017.

-¿Qué sucedió en Honduras?

-Tegucigalpa es una de las ciudades más peligrosa del planeta. La misión en general fue muy dura, el mismo gobierno decretó un estado de excepción por el que no se podía circular a partir de las seis de la tarde. El proceso electoral se vivió de una forma bastante tensa, hubo una serie de irregularidades que dieron lugar a muchas especulaciones. El día de la votación, conforme comenzaba a llegar el recuento, hubo un apagón y se cayeron los ordenadores. Cuando se volvió a obtener la información los resultados daban ganador al presidente que se presentaba a su reelección, Juan Orlando Hernández, que en principio no se podía presentar pero el Tribunal Constitucional reinterpretó un párrafo de la Constitución.

-Es un trabajo muy complicado e importante, que ayuda a garantizar los derechos de los ciudadanos.

-Me gusta pensar que contribuimos a crear la historia junto al país. Para muchos, sobre todo africanos, el hecho de tener una misión de observación les da confianza, garantía de que el proceso electoral se va desarrollar democráticamente, y también sirve como un instrumento de apaciguamiento para evitar conflictos.

-¿A qué país le gustaría ir como observadora?

-Me gustaría estar presente en Cuba, pero nunca ha habido una misión allí.