-¿Qué realidad han pretendido analizar estos días en Jaca con su curso de verano sobre la actual crisis migratoria?

-Lo que se pretendía era lanzar una mirada crítica e interdisciplinar sobre la actual crisis de refugiados que padece actualmente el Mediterráneo. Aunque no solo nos hemos circunscrito a este ámbito, sino que ha habido espacio para un análisis más amplio a través de otras miradas hacia el Cuerno de África, por ejemplo, y a otros flujos que en los últimos 15 o 20 años han venido jalonando la historia de las principales corrientes migratorias en el mundo, en su mayoría provocadas por conflictos armados, pero también por hambrunas, sequías, etcétera.

-¿Cómo se estructuró el curso?

-Dada su interdisciplinariedad, intentamos dividirlo en cuatro espacios temáticos. Abrimos con una reflexión político filosófica a partir del marco del derecho internacional. Luego buscamos una visión más institucional, desde el punto de vista de la Comisión de Ayuda al Refugiado en España. Hubo espacio para una aproximación mediática y otra histórica al fenómeno, y apostamos también por aportar una visión más militante del asunto.

-De hecho, el título del curso, ‘Europa: refugiados a la intemperie’, da la impresión de que su aproximación al tema no fue neutral. ¿Es esto cierto?

-No es que no fuera neutral. Pero también queríamos que hubiera un punto de vista en primera persona de qué es lo que hace la gente que se desplaza para ayudar a otra gente. Tuvimos el testimonio de una trabajadora de Médicos sin Fronteras y de la sección del menor del Defensor del Pueblo. Y tuvimos una entrada en directo de un equipo de Proactiva Open Arms que estaba trabajando en Lesbos. Nos hablaron sobre su labor pero también de cómo el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía ha hecho caer los flujos migratorios en Grecia, potenciando la salida desde Libia.

-Una de las perspectivas desde las que se han aproximado al tema es la mediática. ¿Se informa, se sobreinforma o se desinforma sobre la crisis de los refugiados?

-Consideramos que se hacen las tres cosas. Hay un montón de canales a través de los cuales podemos informarnos, pero también desinformarnos. Hay muchos medios que optan por una ideas fast food, de consumo rápido, para aproximarse a este fenómeno. Pero también hay otros medios que tratan de informar de forma veraz sobre lo que está sucediendo. Existe una presión sobre los profesionales que está condicionando la forma de informar. Pero, salvando estas presiones, hay medios están permitiendo a los profesionales informar sobre el terreno. El problema es si al público le interesa realmente saber qué es lo que hay detrás de la foto, porque igual es demasiado incómodo y no quiere que su zona de confort se vea afectada. Ahí está el desafío: en despertar la conciencia de quienes hasta ahora solo se han acercado de forma superficial a este fenómeno.

-¿Son frecuentes los discursos racistas y xenófobos en los medios?

-Sí, y eso es fácilmente constatable. No es gratuito el uso de términos como alud o avalancha, que reportan un carácter negativo, para referirse a la llegada de refugiados. Además, están mal utilizados, si nos ceñimos al significado que les da la RAE.

-La situación de emergencia que se vive en el Mediterráneo, ¿puede compararse con otros momentos históricos?

-Esta es una de las preguntas que nos hacíamos en la mesa final, dedicada a la historia. Pero no pretendíamos hacer una comparación de los flujos migratorios actuales con los que se vivieron en la Europa de los años 30, con la Guerra Civil española, pues el marco histórico y legal es completamente distinto. Lo que sí se puede hacer con la comparación es despertar la conciencia de aquellos que piensan que el fenómeno de las migraciones no ha sido algo inherente a lo largo de nuestra historia. De hecho, España, Francia y Europa son sociedades configuradas por distintas oleadas de flujos migratorios. Lo que sí se puede comparar es cómo las políticas económicas y migratorias han influido sobre esos flujos en distintos momentos de la historia.

-¿Cree que en España hemos olvidado que nosotros también pasamos por esto, hace 80 años?

-Quiero pensar que no. Pero creo que, cuando hacemos la reflexión, salimos de la zona de confort, porque no es cómodo vernos en ese papel. Aunque socialmente está muy aceptado el decir que nosotros también tuvimos que salir del país, creo que todavía falta para que este pensamiento marque nuestra reflexión actual sobre el fenómeno de las migraciones. Y esto responde a un proceso de mala educación, puesto que en la enseñanza formal no se nos ha educado sobre estos flujos migratorios. Si hemos tenido acceso a esta información ha sido a través de familiares que se marcharon a Francia, Suiza, Bélgica o Alemania a trabajar en los años 60 y 70. Son las experiencias personales las que han construido el relato sobre la migración española.