-¿Cómo se encuentra de las heridas en el atentado que le costó la vida a Berta Cáceres, el 3 de marzo del año pasado?

-Físicamente me encuentro bastante mejor. Las heridas de bala se curan. Pero, el esado anímico... Eso cuesta más. Es muy duro ver morir a una amiga.

-¿Por qué sufrieron aquel ataque?

-Berta, y la organización que ella creó, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), tenían una confrontación muy fuerte con Agua Zarca, un proyecto hidroeléctrico que iba inundar grandes extensiones y a expulsar a muchas comunidades indígenas de su territorio.

-¿Son habituales este tipo de atentados?

-Hay una lucha muy larga en Honduras contra muchos megaproyectos como represas, minas o grandes plantaciones de palma de aceite. Tras ellos hay muchos antecedentes de asesinatos de pueblos hondureños a quienes se les van robando los territorios para las plantaciones de monocultivos, cuyo propietario es la familia Facussé, una de las más ricas del país.

Honduras se ha caracterizado siempre por ser un polvorín de violencia sistemática con una impunidad terrible, y es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el activismo o el periodismo. Más de 120 ambientalistas han sido asesinados en los últimos seis años, al menos cinco bajo medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, incluyendo Berta.

-Después de escapar de la muerte, ¿cómo llegó a España?

-Vine gracias a un programa de reubicación que tiene Amnistía Internacional para defensores de los derechos humanos. Cuando se encuentran en peligro inminente los sacan de su país. Llevo 9 meses dando vueltas por España. Aquí estoy tranquilo y no temo por mi vida.

-La Policía Federal mexicana detuvo en enero al principal sospechoso de ser el asesino de Berta Cáceres. ¿Sigue usted temiendo por su vida?

-Si bien ha confirmado que participó en los hechos, también ha asegurado que entre los 7 detenidos no se encuentra el que me disparó a mí. Eso significa que sigue suelto y que puede estar en cualquier parte de México o de Centroamérica.

-Pero sí que fue detenido el presunto autor intelectual del crimen, el gerente de la empresa que pensaba construir la presa. ¿En qué situación procesal se encuentra él, y el resto de los detenidos?

-Están en la primera etapa de la audiencia. Pero tanto ellos como el Gobierno de Honduras han ido buscando la forma de cómo ir dilatando esta segunda audiencia para evitar llegar al juicio. Sin embargo, consideramos que los detenidos son parte de la trama más inmediata de la autoría material, no de la intelectual. Y lo que queremos tanto el Copinh como los familiares y amigos de Berta es que se agarre a los autores intelectuales. Y para todos es muy evidente que tanto la empresa como el Gobierno, a través del Ejército, tenían muchos antecedentes de criminalización de esa protesta social, incluyendo varios intentos de homicidio contra Berta. Hubo varios asesinatos previos. Por eso decimos que el Gobierno es también autor intelectual de todo esto.

-¿Y están actuando contra el Estado hondureño?

-Recientemente he interpuesto varios recursos legales contra el Gobierno de Honduras. Puse una demanda contra él y contra la juez en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y tengo previsto interponer otros recursos penales y administrativos en los próximos meses.

-La construcción de la presa quedó paralizada tras el asesinato de Berta. ¿Temen ustedes que se vuelva a retomar la obra?

-Eso siempre sucede. Cuando logran más o menos administrar el conflicto, y que la presión política y mediática baje, entonces lo hacen. La empresa, pese a evidencias y pruebas de su participación, pues hasta se le incautaron armas, está todavía intentando dividir a las comunidades comprando voluntades. El proyecto se ha suspendido temporalmente pero no se ha cancelado la concesión, pese a que se haya enjuiciado y encarcelado a los políticos responsables de la misma.

-Usted coordina las organizaciones civiles Otros Mundos y Amigos de la Tierra. ¿Cuáles son sus principales luchas?

-Formamos parte de una red muy grande de resistencia contra las grandes represas. En Chiapas se han hecho muchos proyectos que han desplazado a comunidades indígenas y campesinas. Y continúa la amenaza de al menos 15 o 20 nuevos proyectos. Con las comunidades, estamos en un proceso de resistencia y de acciones jurídicas en defensa del territorio.

Por otro lado, la minería ha llegado con mucha fuerza al país. México ha dado 45.000 concesiones con más de 90 millones de hectáreas. En el caso de Chiapas hay por lo menos 100 concesiones que abarcan millón y medio de hectáreas, sobre todo de bosques, que van a ser totalmente destruidos, desplazando también a población campesina.

Ya tenemos incluso casos de gente enferma de cáncer por la contaminación de los proyectos mineros. Por eso formamos parte de la Red Mexicana de Afectados por la Minería, y también del Movimiento Mesoamericano contra el Modelo extractivo Minero, el M4, aunando esfuerzos para hacer estrategias conjuntas de prevención contra los megaproyectos.

Por otro lado, ejercemos también la resistencia contra los monocultivos de palma, que está rompiendo la biodiversidad y la soberanía alimentaria de las comunidades. Y tenemos también algunos programas de agroecología y bioconstrucción buscando de alternativas locales para las comunidades.

-Vino a la Universidad de Zaragoza para hablar sobre el neoextractivismo. ¿En qué se diferencia del que que tanta violencia y deterioro ambiental causó en el siglo XX?

-Hay varias características que lo hacen distinto. Una de ellas es que, en el marco de los tratados de libre comercio, este nuevo extractivismo ha agarrado un impulso mucho más acelerado, no solo por los avances tecnológicos, sino también por las disputas sobre los territorios en toda América latina. En ellos, el extractivismo no se ha aplicado solo a la minería y los hidrocarburos, sino también a la extracción de agua, de energía eléctrica, de gas mediante fracking, de monocultivos de soja, maíz o palma, incluso de mano de obra… A todo lo que implique la industrialización de la extracción de recursos.