-Hace unos días recibieron el Premio Ebrópolis a la Trayectoria por su apoyo durante décadas a centenares de mujeres. ¿A cuándo se remonta esa trayectoria?

-ACISJF nació en Suiza a finales del siglo XIX. Hace unos 100 años se implantó en Madrid, y llegó a Zaragoza en 1953. Desde entonces ha habido dos periodos diferenciados. A partir de 1953 se dedicó a atender las necesidades de las mujeres de la época, que en su mayoría procedían del medio rural y buscaban empleo doméstico. Con situaciones familiares o personales duras, encontraban acogida en ACISJF. Entonces ya se intentaba lograr su inserción laboral.

Cuando la anterior junta y las voluntarias se hicieron mayores, cerró la casa de acogida que estaba en Madre Vedruna y hubo un parón de actividad de unos dos años. Después, desde ACISJF Madrid se volvió a organizar una junta con mujeres de Zaragoza, a caballo entre el siglo XX y el XXI, y se abrió la actual casa de acogida. La situación había cambiado y la mayoría de nuestras usuarias desde entonces proceden de la inmigración. Ante sus necesidades, fuimos buscando nuevas alternativas para cubrirlas: clases de alfabetización, de español, de formación para el empleo…

-¿Qué ha supuesto para ustedes el reconocimiento de una labor que a menudo se realiza de forma callada y en la sombra?

-En la asociación hemos recibido este premio como un reconocimiento al trabajo del día a día. Aunque nadie desarrolla este tipo de actividad buscando que se lo reconozcan, pues el verdadero reconocimiento es ver que tu esfuerzo ha servido para que alguien tenga una mejor calidad de vida y un proyecto vital sólido. Ese galardón es un respaldo a nuestra persistencia y nuestro empeño por mantener a flote esta asociación, tras unos años con muchas dificultades económicas, en los que hemos estado a punto de tirar la toalla. Son esas mismas instituciones a las que hemos acudido en estos años de dificultades económicas las que ahora nos han dado un reconocimiento público. Ebrópolis premia las buenas prácticas, y sobre todo se están premiando los buenos resultados que logramos con nuestras usuarias.

-Transcurrido ese periodo de grandes dificultades económicas, ¿cuáles son hoy sus principales vías de financiación?

-Hay una parte importante que son las aportaciones de los socios, aunque somos una oenegé pequeña y no tenemos muchos, así como los donativos puntuales. También recibimos una subvención del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, que hasta ahora cubría la parte de acogida, pero que desde hace un tiempo la hemos podido ampliar también para cubrir los gastos de orientación y formación laboral. Contamos también con ayuda del Ayuntamiento de Zaragoza y del Gobierno de Aragón, así como de la Diputación de Zaragoza, con la que tenemos un acuerdo para reservar 4 plazas de acogida para mujeres residentes en los municipios de la provincia. Y además contamos con el respaldo del Banco de Alimentos, de la Fundación Enesba y de empresas como Ibercaja, Pablo Ochoa, Enrique Coca, Pikolín, Balay…

-¿Puede trazar un perfil medio de las usuarias de In Vía ACISJF?

-Todas las que pasan por nuestra casa de acogida son mujeres solas, sin cargas familiares ni recursos económicos, y casi siempre sin una red social que las respalde en los momentos de dificultad. Están sin hogar y se ven en una situación de vulnerabilidad por las más diversas causas, generalmente sobrevenidas: se han quedado sin trabajo, son víctimas de violencia de género, han sufrido un desahucio… Los factores económicos se solapan siempre con los sociales.

-¿Qué necesidades sociales son las que ocupan hoy a la asociación?

-En nuestra casa de acogida atendemos a mujeres, casi siempre migrantes, aunque en la última década de crisis económica también hemos atendido a mujeres españolas que se encontraban en una situación por la que unos pocos años antes hubiera sido inimaginable que iban a tener que pasar. Aunque la mayoría procede de Latinoamérica y de África. Las mujeres migrantes suelen ser más vulnerables que las nacionales porque carecen de una red familiar o social en la que apoyarse cuando las cosas se les ponen difíciles.

En nuestros servicios de orientación para el empleo no solo atendemos a mujeres en situación de vulnerabilidad. Muchas veces son simplemente mujeres que se encuentran inmersas en una búsqueda activa de empleo. Les apoyamos para mejorar su empleabilidad y para que cuenten con más herramientas para que su acceso al mercado laboral sea más fácil.

También tenemos un programa formativo para apoyar a las mujeres que no conocen el idioma, donde se les enseña español y también a conocer su sociedad de acogida. Después pasan a un programa donde se refuerza su capacitación para desempeñar una profesión, casi siempre relacionada con las tareas del hogar y con el trabajo de cuidados. Se les dota de unos conocimientos que les van a posibilitar desarrollar mejor su trabajo.