Aunque algunos quisieran reducir el Orgullo a una inmensa fiesta de ocio consumista, el 28 de junio, en Zaragoza y también en Madrid, y en todo el mundo, nos manifestamos porque sigue siendo necesaria la lucha a la que llamamos Orgullo.

En 80 países, la libre identidad u orientación sexual es perseguida legalmente, con pena de muerte en 10 de ellos. Pero el castigo es mucho peor que lo que dicen las leyes: en todo el mundo se registran 5 asesinatos de personas transexuales cada semana, y en Europa, 7 de cada 10 menores ocultan su identidad u orientación sexual por temor al acoso y la discriminación.

Durante décadas, la libertad de orientación sexual fue duramente conquistada en algunos países, y se iniciaban caminos similares para reconocer la libre identidad sexual. Pero los últimos años son de retroceso alarmante en todo el mundo: el empeoramiento de las condiciones de vida de la población lleva a la destrucción de los derechos de quienes ya están más abajo en el escalafón social. El descontento social aúpa a gobiernos represores o a organizaciones fascistas: el resultado es que las personas que se sienten o son percibidas como fuera de estrechas normas sexuales impuestas son perseguidas, agredidas o asesinadas con o sin necesidad de leyes que las repriman. Es una situación que se repite en todo el mundo. Por eso denunciamos la pretensión de asociar este auge del odio a las personas de determinada religión o procedencia.

Denunciamos a quienes critican la represión de las libertades sexuales por determinados gobiernos para criminalizar a quienes vienen a Europa huyendo de esos mismos gobiernos.

Señalamos como cómplices de la barbarie a gobiernos como el español, que firma contratos armamentísticos multimillonarios con países que aplican pena de muerte por la orientación o identidad sexual, como Arabía Saudí. O a la Unión Europea, que se escandaliza de la represión sexual que denunciamos en Chechenia, pero niega el asilo a personas perseguidas por su orientación o identidad sexual. O deporta a decenas de refugiados hacia países que no respetan las libertades sexuales, civiles ni políticas, como en el vergonzoso acuerdo con Turquía.

Acusamos a quienes presumen de valores de libertad y tolerancia pero recortan la enseñanza de esos valores en la escuela, aún un espacio inseguro cuando no una fuente de doctrina discriminatoria confesional sufragada con fondos públicos.

Denunciamos a quienes buscan excusas para sabotear la aprobación de leyes contra la fobia a la diversidad sexual o por la igualdad efectiva de los transexuales.

Nos enfrentamos a la represión y a la hipocresía. El orgullo que manifestamos este 28 de junio es el de la libertad de todas las personas, no el del privilegio de algunos. Nuestros derechos no son gasolina para la demagogia.

¡Bienvenidas refugiadas, bienvenida diversidad!

¡Libres para ser, libres para vivir, libres para amar!