La cárcel de Soto del Real es, para Flor, «el último rincón del mundo, el cementerio de los vivos». Así define esta reclusa el módulo de mujeres -dentro de una cárcel de hombres- en el que pasa su día a día. Pese a la dureza de sus palabras, se siente enormemente agradecida a las voluntarias que les han ido llevar libros dedicados del proyecto A las olvidadas.

La iniciativa, impulsada por Maria Rufilanchas, pretende ser un punto de encuentro y reflexión: ¿qué libro dedicarías a una mujer que está entre rejas? Por un lado, personas de cualquier punto de España pueden envíar sus obras -siempre con la condición de escribir una breve dedicatoria en el epígrafe- y, por otro lado, las reclusas reciben los libros en un encuentro que es grabado y que tiene varias sorpresas: la poeta Ajo, con la gracia y el desparpajo que le caracteriza, recita una serie de sus micropoemas; y las ilustradoras Tuchi y Monstruo Espagueti dibujan en directo el encuentro cuando no pueden entrar las cámaras a filmar.

A las olvidadas surgió de la forma más casual posible. María, además de ser la fundadora de la marca Teta & Teta, es una apasionada de la lectura. «Estaba en la biblioteca y le dije al encargado: no sé que voy a hacer con tantos libros». Una voz a su espalda le dio la respuesta: «Donarlos a la cárcel». Era una mujer mayor, de pelo canoso: «Ella me regaló la palabra cárcel». A partir de ahí, el proyecto se puso en marcha. El paso inicial fue contactar con Instituciones Penitenciarias, desde dónde asegura que siempre les han dado todas las facilidades.

Cuando las conocieron

El primer encuentro se produjo en Soto del Real: 680 libros dedicados para el módulo de mujeres. Dos mesas repletas de obras literarias esperando a las internas. María así lo vivío: «Como era la primera vez que lo hacíamos, no sabíamos si iban a venir una o ninguna, y al final vino el módulo entero. No podían creer que tanta gente hubiera pensado en ellas. Se sintieron especiales, protagonistas y únicas». El proyecto tuvo una gran repercusión en redes sociales y pronto se extendió como la polvora por toda España: para el segundo encuentro recibieron 1.200 libros dedicados, que llevaron a la Unidad de Madres de Aranjuez. «Cuando llegamos al módulo, las internas esperaban, sentadas, en silencio, diecinueve mujeres agarradas a sus bebés como si fuera lo último que les quedara en la vida», relata María. Durante la visita, la ilustradora Monstruo Espagueti dibujó en directo a las mujeres y a sus hijos. Los niños pueden estar con ellas de los cero a los tres años, pero cuando cumplen esa edad, si la madre tiene que seguir en prisión, tienen dos opciones: o los acoge algún familiar de la interna o servicios sociales.

Las dedicatorias proceden casi siempre de otras mujeres que recomiendan un libro que les sirvió antes a ellas. De hecho, suelen ser mensajes de empoderamiento y cariño: «Para que nunca te abandones. Porque ya fuiste. Porque ya eres. Porque sobre todo, ya serás», reza uno de los escritos en Nunca me abandones, de Ishiguro, Kazuo. «Para las olvidadas. Si te sientes identificada en alguna de estas páginas, recuerda el final. Y lo más importante: no duermas tu voz», dice el prefacioa bolígrafo en La voz dormida, de Dulce Chacón.

El tercer encuentro fue en el módulo de mujeres de la cárcel de Estremera. «Bukowski tiene una narrativa muy buena, tiene puntos graciosos. Es un autor que aquí no está», relata Patricia, reclusa, mientras echa el ojo a un libro del autor y poeta encima de la mesa. Pilar, otra de las presas, explica que se ha cogido siete libros porque «estando en Meco tuve una temporada en la que por no tener televisión me leía doce libros a la semana, y aquí hay los mismos libros que en allí, no hay variedad».

Una realidad ignorada

Lejos de ser solo un proyecto de recogida de libros, A las olvidadas pretende arrojar luz a una realidad desconocida y que, en los casos que se hace pública, es ignorada. Los hombres, dentro del sistema penitenciario, son mayoría: el 93%. Por este motivo la cárcel está diseñada para ellos: no hay espacio para ser mujer en una cárcel de hombres, por lo que su castigo va más allá de la privación de libertad. En España, sólo hay tres cárceles de mujeres y 39 módulos de mujeres en cárceles de hombres. Los módulos aislados no satisfacen las necesidades básicas y están todas mezcladas por falta de espacio: jóvenes, adultas, preventivas, penadas, reincidentes... Además, tienen más dificultad para acceder a talleres o a trabajo, ya que son minoría.

La primera cárcel solo de mujres que visitó el proyecto fue la de Alcalá Meco, y la definen como «otro mundo, otro cantar, otro nivel, sobre todo de dignidad. Comparado con Soto del Real o con Aranjuez, Alcalá Meco es Río de Janeiro. Se nota en el ánimo de las reclusas. El 100% de la atención, del espacio, de las instalaciones, del trabajo y de lo que sucede en esa cárcel es para ellas».

«Las dedicatorias son el alma de esta iniciativa. La cárcel deshumaniza y las dedicatorias devuelven algo de esa humanidad», explica María. A las olvidadas permite que estas mujeres, afincadas en el módulo de una cárcel de hombres o en su propia cárcel, puedan viajar a través de las páginas y escapar de la prisión en la que pasan día tras día. Les recuerda que alguien, que no las conoce ni las juzga, se acuerda de ellas para enviarles un trocito de sí mismos, de ese libro que un día les marcó.

El objetivo a futuro del proyecto es conseguir llevar libros dedicados a todas las cárceles y módulos de mujeres de España, además de algo de financiación. A quién no ha participado todavía, María lo tiene claro: «Yo le diría que pruebe, es un ejercicio que transforma».

El próximo encuentro será el primero fuera de Madrid. Los libros se pueden envíar al apartado de correos Hortaleza, 20, 2º izquierda. 28004 Madrid hasta el día 5 para que, el 15 de julio, el módulo de mujeres del centro penitenciario de León reciba sus obras dedicadas.