- No es un momento fácil, y menos aún para sus usuarios. Pero a nadie le amarga un dulce y, al menos, podrán celebrar San Valero con el roscón de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. ¿Qué tal sientan pequeños gestos como este?

- Además de la satisfacción material de comerse un roscón en ese día, hay otra cosa muy importante, que a veces pasa desapercibida: el cariño que hay detrás, la solidaridad, el acordarse de estas personas. Lo que damos, para que tenga valor, siempre ha de ir acompañado de nuestro cariño.

- Cuando se decretó el confinamiento, ¿pudieron mantener operativa la obra social?

- Cuando nos sorprendió la pandemia y nos mandaban no salir de nuestras viviendas, nos preguntábamos: “¿Y los que no tienen casa? ¿Los que duermen al raso, los que tienen que hacer la cuarentena en la calle sin el calor del hogar y de los seres queridos...?”. Por ello vimos la necesidad imperiosa de seguir teniendo abiertos todos los proyectos.

- ¿Incluso el comedor social?

- Sí, pero tuvimos que modificar algunas pautas de actuación. Dado que el voluntariado, por su edad, eran personas de riesgo, optamos por la solución de que se quedasen en casa y contratar a dos profesionales de cocina. También tuvimos que cambiar la forma de dar las comidas, usando recipientes y cubiertos desechables. Y pasaron a usar el comedor únicamente aquellas personas que no tenían un techo bajo el que comer. Además de las medidas higiénicas extraordinarias que adoptamos, dispusimos a las personas a un solo lado de la mesa y muy distanciadas entre ellas. En una sala para 120 comensales, ahora solo la comparten unos 20 simultáneamente. Y a aquellos que tienen algún sitio bajo techo donde comer, les damos menús para llevar. No dejamos ni un solo día de dar comidas. Pasamos en veinticuatro horas de un sistema a otro. Además, desde un principio, les repartimos mascarillas de tela confeccionadas por personas voluntarias.

- ¿Hay ahora más comensales?

- Sí, en el 2019 dimos más de 60.000 comidas (169 diarias), mientras que en el 2020 sobrepasamos las 76.000 (212 al día). El año pasado solicitaron el servicio de comedor más de 200 personas por primera vez. También ha aumentado la presencia de la mujer en la calle, pasando de un 8% a un 18%.

- El comedor es el buque insignia de la obra social de la Parroquia del Carmen, pero no es lo único que hacen. ¿En qué otras áreas de atención social intervienen?

- El comedor social, que se implantó en el año 1978, podemos asemejarlo a la punta de un iceberg, lo más visible. Pero además hay otros catorce proyectos que nos permiten llevar a cabo nuestra misión, que es apoyar a las personas en situación de pobreza y exclusión social y ayudarles a su inclusión sociolaboral. Esta labor la llevamos a cabo a través de itinerarios personales y acompañamiento por trabajadores sociales y voluntarios en tres etapas: acoger, acompañar e integrar. Con cada etapa se corresponden cinco proyectos. El comedor pertenece a la primera, pero luego les acogemos y damos techo. Tenemos 25 viviendas, residencia de hombres y de mujeres, una casa de acogida para personas que duermen en la calle, un centro de rehabilitación del alcohol… Y nuestro objetivo para este año es la creación de otro centro de acogida para mujeres que no disponen de hogar. En la tercera etapa, nos volcamos en su formación e inserción sociolaboral.

- ¿Con qué equipo humano cuentan?

- Tenemos siete trabajadores sociales, que son quienes diseñan los itinerarios personales de integración sociolaboral. Además, hay educadores para el centro de educación infantil, un equipo de mantenimiento y un importante grupo de unos 250 voluntarios.

- ¿Cómo se puede solicitar ayuda?

- Tenemos una trabajadora social que atiende a diario en la parroquia, principalmente a personas sin hogar o en riesgo de exclusión social. Basta acercarse allí para que les atienda Lucía. Ella los escucha, orienta y ayuda y, en muchos casos, los deriva a otros recursos, tanto públicos como privados, bien a través de la Coordinadora de Entidades para Personas sin Hogar, de la que formamos parte, o bien hacia alguno de nuestros proyectos. Una vez derivados, el trabajador social de dicho proyecto se hace cargo de esa persona o familia para ayudarle en sus necesidades e iniciar un plan de reinserción sociolaboral. Nuestros alojamientos son temporales. Solo les acogemos durante el periodo de reinserción para poder seguir atendiendo a más ciudadanos. Creemos que lo que dignifica a la persona es lograr trabajo, vivienda y autonomía.

- ¿Qué apoyos ofrecen a las familias?

- Son muy variados, en función de su situación personal. Principalmente atendemos las necesidades básicas de las personas que nos solicitan ayuda y, si en nuestros proyectos no podemos apoyarles, se les deriva a otras entidades. A las familias que acogemos, además de atender sus necesidades básicas (vivienda, alimentación, vestido), las acompañamos a través de un proceso de intervención social donde nos preocupamos de su formación para que encuentren un trabajo. Por otra parte, contamos con un proyecto de apoyo escolar para los niños que lo precisan, para evitar el fracaso escolar. Y con el confinamiento tuvimos que procurarles tabletas para que pudieran seguir las clases con normalidad. Para las familias en riesgo de exclusión social, contamos con un centro de Educación Infantil para niños de cero a tres años. Esto les permite poder dejar allí a sus hijos e ir a su trabajo. Este proyecto lo llevamos conjuntamente con las hermanas de la Caridad de Santa Ana.

- ¿Cómo trabajan la inclusión sociolaboral?

- Para lograrla hay dos cosas primordiales: acceder a una vivienda digna y encontrar un trabajo que permita tener autonomía. Para ello llevamos a cabo programas de formación, unos propios y otros con otras entidades con las que trabajamos en equipo, para adecuar el perfil de las personas que acogemos al solicitado por las empresas.

- ¿Cómo se puede colaborar con El Carmen?

De múltiples formas: las empresas, ofreciéndonos la posibilidad de dar trabajo; la ciudadanía, a través del voluntariado; y todos, con sus aportaciones económicas, en www.parroquiaadelcarmen.es.