-¿Cómo se siente tras haber sido elegida presidenta delegada de Manos Unidas Zaragoza?

-Cuando fui elegida por la asamblea de voluntarios, sentí que después de 35 años que llevo en la organización, el compromiso era mayor. Ahora siento un gran orgullo y agradecimiento por ello y confío en hacerlo lo mejor posible, porque cuento con la ayuda y colaboración de todo el equipo que trabajamos actualmente.

-¿Cómo fueron sus inicios en la organización?

-Empecé en Manos Unidas en 1983, en la Delegación de Teruel, donde estaba destinada. Una compañera de trabajo me pidió que le ayudara a distribuir el material de campaña. En 1994 me incorporé a la Delegación de Zaragoza, y hasta ahora. Por circunstancias personales, he podido dedicar a la organización, como voluntaria, la mayor parte de mi tiempo libre de una forma continuada. Y podría decir que Manos Unidas me ha devuelto, o mejor dicho, ha dejado en mí una impronta, una coherencia en el estilo de vida donde no caben excusas ante el sufrimiento de nuestros hermanos.

-Después de 35 años como voluntaria, ¿cómo afronta esta nueva etapa?

-Con optimismo, porque vamos a continuar el trabajo que hemos iniciado en años anteriores. Aunque la situación actual de la cooperación al desarrollo es complicada, para Manos Unidas es uno de los componentes principales de su acción e identidad.

-¿Ha cambiado su perspectiva de ser una voluntaria a tener un cargo de mayor responsabilidad?

-Sí, sobre todo porque la situación actual es muy diferente a cuando empecé. Yo empecé en campañas de sensibilización como la del 0,7, que dio a conocer a la población española la cooperación. Se empezaba a hablar de justicia social, de destinar parte del PIB de los países ricos para ayudar a países pobres, etc. Más tarde vendrían la deuda externa, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Expo, donde participamos en el pabellón del Faro que ayudó enormemente a sensibilizar a la población aragonesa. Pero vino la crisis, y ahora parece que nos hemos olvidado de la cooperación, que no es otra cosa que transformar el mundo tanto en el Norte, con actividades de sensibilización y educación para el desarrollo, como en el Sur, mediante la financiación de proyectos.

-¿Qué objetivos se ha marcado para estos tres años de mandato?

-Quiero potenciar el acercamiento de los más jóvenes, que vean en Manos Unidas una organización atractiva para su voluntariado. Sabemos que los jóvenes están muy interesados en la ayuda al desarrollo, en un voluntariado activo para conseguir un mundo mejor y más justo, pero a veces no pueden llegar porque están estudiando o trabajando. Ellos son el futuro del mundo y estamos muy interesados en su puntos de vista para acabar con el hambre, la pobreza y la injusticia. También quiero potenciar las nuevas tecnologías y nuestra presencia en las redes sociales como medio de sensibilización, así como el trabajo en red con otras organizaciones. No hay duda de que con la crisis hay muchas familias que lo están pasando muy mal pero no debemos olvidarnos de los países en desarrollo, por eso, otro de nuestros objetivos es seguir dándoles visibilidad a través de nuestras campañas.

-¿En qué momento se encuentra Manos Unidas como organización?

-Manos Unidas nació de la Iglesia hace casi 60 años. Es una asociación pública de fieles, una oenegé para el desarrollo de voluntarios, seglar, católica y dirigida y gestionado por sus propios miembros seglares. También somos una organización actualizada y moderna, con una estructura abierta y donde tienen cabida todas las personas que quieran implicarse en ella, de cualquier condición, raza y religión. Nuestra principal misión es luchar contra la pobreza, el hambre, la enfermedad, las carencias en el ámbito educativo y trabajar para erradicar la injusticia y, sobre todo, el desigual reparto de los bienes.

En la delegación zaragozana somos unos 30 o 40 colaboradores habituales, aunque en campañas puntuales podemos llegar a 200. Nos financiamos a través de las aportaciones de nuestros socios y las colectas en parroquias, además de la cofinanciación de administraciones que supone en torno al 10% del presupuesto.

-¿Qué campañas de sensibilización tienen en marcha actualmente?

-En estos momentos estamos inmersos en la campaña Plántale cara al hambre, siembra sobre el despilfarro de alimentos. Para Manos Unidas el hambre es una realidad compleja que tiene entre sus principales causas la mercantilización de los alimentos, la insostenibilidad social y medioambiental de la producción a gran escala y el derroche: se calcula que unas 1.300 toneladas de comida se tiran a la basura cada año. Está claro que hemos avanzado mucho, ya que en los últimos 35 años se ha reducido a la mitad las personas que pasan hambre en el mundo, pero esta no se ha conseguido erradicar.

-¿Cuántos proyectos hay en países en vías de desarrollo?

-A lo largo de 2017, la Delegación de Manos Unidas ha desarrollado 18 proyectos de cooperación en terceros países y estamos todavía pendientes de la resolución de convocatorias de las administraciones públicas para ampliar esta cifra, con lo cual superaremos el millón de beneficiarios este año. Es un campo de conozco bien ya que hasta ahora estaba en el departamento de Cofinanciación, es decir, todo lo relacionado con los proyectos que se presentan a las administraciones para su financiación, ejecución y justificación.A nivel estatal, Manos Unidas trabajó en el 2016 en más de 50 países, a los que destinó más de 50 millones de euros en más de 600 proyectos. Los campos en los que trabajamos son el agrícola, educativo, mujer, sanitario y social, sin distinguir religiones.

-Refugiados, conflictos armados o migraciones forzosas, ¿hacia dónde camina la ayuda internacional al desarrollo?

-A pesar de lo difícil que está todo y de las continuas crisis que vivimos, debemos seguir trabajando en la agenda 2030, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El cambio climático, los derechos humanos y la educación para el desarrollo son los nuevos campos prioritarios de nuestra acción. Al mismo tiempo, la cooperación al desarrollo tiene que ir encaminada a la sensibilización de las sociedades de consumo.