-Usted viajó por primera vez a Palestina como cargo público de Izquierda Unida. ¿Cuál es la finalidad de estos viajes?

-Viajé a Gaza formando parte de una brigada organizada por Izquierda Unida, con la asociación Unadikum. En esa época era concejal en mi pueblo, Montalbán. Se lanzó un llamamiento a nivel estatal para formar parte de la brigada, me apunté y tuve la gran fortuna de poder ir con compañeros del País Valenciano, Cataluña, Murcia, Andalucía, Asturias, Madrid... Allí principalmente nuestra labor fue de protección de campesinos y pescadores, y fuimos recibidos a balazos. Mantuvimos reuniones políticas con partidos de la Franja de Gaza y con asociaciones, visitamos hospitales, campos de refugiados, a víctimas y sus familias, a familiares de presos... Y a nuestros regreso hicimos charlas, conferencias, jornadas y exposiciones de denuncia con lo vivido y lo visto allí.

-Después de ese primer viaje, usted ya no era cargo de IU pero decidió volver. ¿Qué le empujó a regresar?

-Es que no fui a Gaza por ser de Izquierda Unida, fui porque estoy muy comprometido con la causa palestina y me apetecía conocer desde dentro la situación. Nadie me obligó a ir ni me indicó que hiciera nada. Fui por mi compromiso, utilizando mis vacaciones y mi dinero. Soy un enamorado de Palestina, de sus gentes y de sus comidas. Una vez que has estado allí, que has vivido y compartido con ellos, es imposible no querer volver. Es tanto lo que vives y lo que aprendes allí, tanto lo que te dan sin nada a cambio, es tan grande la lección de vida y de resistencia que ves, que siempre quieres regresar y aportar tu pequeño granito de arena, tu pequeña ayuda. Los palestinos y las palestinas son un ejemplo para todos.

-Cuando ha vuelto, lo ha hecho de la mano de Unadikum. ¿Qué puede contarme sobre esta asociación?

-Se fundó en el año 2010 en la provincia de Málaga. Yo entré a formar parte de la asociación a raíz de mi primer viaje a Gaza. Unadikum es una palabra árabe que significa os llamo, y da nombre a una canción escrita por el poeta palestino Tawfiq Ziad. Somos una asociación pequeña, libre e independiente de cualquier partido político. No somos una oenegé. Cada uno de nosotros nos pagamos nuestros viajes a Palestina, desde el transporte hasta la estancia. Nacimos principalmente con el objetivo de ayudar al pueblo palestino y tenemos una gran vocación de solidaridad internacional.

-¿A qué se dedica Unadikum?

-Nos definimos como un servicio civil de paz internacional, mediador y no violento. Principalmente, nuestro trabajo se centraba en la Franja de Gaza pero, por desgracia, ahora mismo no se puede acceder. Allí nos ocupamos de la protección de los campesinos haciendo de escudos humanos, interponiéndonos entre los campesinos que están trabajando y las torretas, tanques, jeeps y soldados sionistas que les disparan. No evitamos los disparos, pero sí los heridos y los muertos. También llevamos la protección a los pescadores. Nos embarcamos con ellos y ponemos nuestros cuerpos como escudos cuando la armada sionista les dispara. Así evitamos detenciones, heridos y muertos. Igualmente, nos dedicamos al análisis de la situación de los campamentos de refugiados, monitorizamos las continuas violaciones de los Derechos Humanos de Israel, prestamos asistencia a los presos y presas, a las víctimas y a sus familiares, y damos apoyo a los desplazados en su lucha contra los asentamientos ilegales.

-Al no poder volver a Gaza, viajó a Cisjordania. ¿Qué hizo allí?

-Volví para seguir ampliando mi conocimiento del conflicto desde dentro y poder continuar con mi tarea de divulgación de lo vivido. Participé en las brigadas de la Oliva y tuvimos reuniones con asociaciones locales para poder montar después campamentos para niños palestinos en España. También les organizamos juegos allí. Y esta fue la parte buena del viaje. La otra fue la de darte de narices contra un muro, en sentido literal: el muro de la vergüenza. Allí te enfrentas a la vida en Palestina: los soldados, el gas, los check points, las carreteras segregadas, los colonos, las invasiones nocturnas, los arrestos, las torturas, los campos de refugiados...

-A pesar de eso, el mes pasado, regresó.

-Esta vez, el objetivo principal era el de hacer de protección de los campesinoss que recolectan las olivas. Sufren agresiones de los colonos y del ejército de forma regular. Disparan a los campesinos, queman y destrozan los olivos... Con nuestra presencia conseguimos que puedan hacer las recolecta de la aceituna con seguridad. No quiero decir con tranquilidad, dado que la presión es continua. A parte de hacer esta protección, estuvimos también con asociaciones de Jerusalén, dado que están destruyendo casas de familias palestinas de forma indiscriminada para construir lo que los sionistas llaman la Casa de David.También estuvimos en la aldea de Khan al-Ahmar, para así hablar con los habitantes de la misma y participar en las jornadas de protesta desarrolladas allí. Y visitamos a nuestros contactos en Palestina, Belén, Nablús, Hebrón y Ramala.

-¿Alguna vez se vieron en peligro?

-A ver, entre nosotros, claro que pasas situaciones de miedo, cómo no. Ten en cuenta que allí tienes un check point cada pocos kilómetros, en los cuales te paran, siempre con la metralleta en la mano, y te piden la documentación. En Gaza nos dispararon y, la verdad, pasé miedo, y mucho. Luego estás en situaciones en las que el ejército gasea al personal con gas pimienta, y situaciones similares. Yo, que estoy totalmente en contra de las armas, imagínate cómo es convivir siempre con militares israelíes armados hasta los dientes y ver a los colonos también armados y con total impunidad para disparar.

-En los cinco años transcurridos desde su primer viaje, ¿qué evolución ha visto en las condiciones de la población palestina?

-Por desgracia, la situación es cada vez peor. La presión que ejerce el Estado de Israel a los palestinos es cada vez más grande. Cada día gozan de mayor impunidad internacional para hacerlo. El Gobierno de Donald Trump ayuda mucho a que esto sea así, siendo cómplices, al igual que la Unión Europea. Lo que sí he visto es que los palestinos y palestinas no cambian, no se rinden y siguen resistiendo. En ellos no atisbas ningún abatimiento, ningún desfallecimiento. Son unos luchadores. En cuanto a las condiciones de la población, siempre digo lo mismo: no es un problema humanitario, es un conflicto político que nadie quiere resolver.