«Con gran pesar, hemos tomado la difícil decisión de suspender nuestras actividades en el noreste de Siria y evacuar al personal internacional. No podemos trabajar sin que todas las partes del conflicto nos garanticen que lo haremos de forma segura. Los trabajadores humanitarios y los civiles no son un objetivo». Con este comunicado anunciaba Médicos Sin Fronteras (MSF) su retirada de la región y la evacuación de todo su personal internacional.

Desde el miércoles 9 de octubre, tras el inicio de la operación militar turca, la situación se ha sucedido extremadamente volátil en el noreste de Siria. La oenegé, aunque plenamente consciente de las necesidades de las personas que huyen, se ha visto impedida a negociar un acceso seguro para brindar su atención médica y asistencia humanitaria y, ante la incapacidad de poder garantizar la seguridad necesaria a su personal, ha decidido evacuarlo.

«No podemos seguir operando en la zona hasta que tengamos la aceptación y la garantía de todas las partes del conflicto de que podemos trabajar de forma segura», explica Robert Onus, coordinador de emergencias de MSF para Siria. Una decisión que, sin embargo, no significa el abandono total: «Continuaremos apoyando a nuestros colegas sirios de forma remota y explorando todas las opciones posibles para brindar asistencia a todas las personas, a pesar de las limitaciones», subraya Onus.

Sin ayuda, sin agua

En la ciudad de Tal Tamar, los equipos de MSF proporcionaron mantas, raciones de alimentos de emergencia, botellas de agua y jabón a las miles de personas desplazadas que llegaban diariamente a la ciudad después de haber huido de sus hogares con poco más que la ropa que llevaban puesta. Hasta el 13 de octubre, MSF suministraba agua a varias aldeas en el área debido a la escasez después de que un ataque aéreo dañara la estación de bombeo, cortando el suministro a pueblos enteros.

El ataque aéreo dejó decenas de heridos que fueron llevados al hospital Tal Tamer. En la ciudad de Ain Issa, los equipos de MSF atestiguaron cómo la población huía de sus hogares a pie y buscaba seguridad lejos del conflicto. Los trabajadores sanitarios fueron evacuados y reubicados en el hospital de Ain Issa, que había sido uno de los principales hospitales atendiendo a las personas heridas en los últimos cinco días. Se estima que, en total, han sido 190.000 las personas que se han visto obligadas a desplazarse, mientras que alrededor de 65.000 han llegado a las ciudades de Al-Hasakeh y Tal Tamer para buscar refugio con sus familiares o en comunidades de acogida.

A la vez que los equipos de MSF partían de la región, su personal informaba de que las personas en el campo de Ain Issa necesitan con urgencia alimentos, agua y asistencia médica. Solo en el 2018, los sanitarios hospitalizaron a 16.900 heridos, realizaron 569.300 consultas externas, asistieron 17.800 partos, vacunaron a 22.500 personas, intervinieron a 9.070 pacientes que requerían cirugía mayor y efectuaron 15.500 consultas de salud mental. Los equipos de MSF siguen presentes en otros puntos del país, pero ya no podrán realizar su labor en las localidades de Ain Issa, Al Hol, Tal Abiad, Tal Tamer, Tal Kocher, Kobane y Al Raqa.