-¿Cómo vivió usted el terremoto de Nepal de abril del 2015?

-Me produjo la consiguiente alarma por los familiares de mi mujer y mis amigos, a los que afortunadamente no les ocurrió nada, aunque miles de familias se vieron afectadas y destrozadas.

-¿Ha vuelto al país desde entonces?, ¿qué fue lo que se encontró?

-Estuve hace ahora un año y me sorprendió bastante. Salvo las ciudades históricas que hay dentro de Katmandú, el resto de de barrios se han mantenido sorprendentemente en pie. Katmandú sigue su ritmo de vida normal y corriente, aunque sufriendo las consecuencias del empobrecimiento y el encarecimiento de los productos básicos que ha causado el terremoto.

-¿Dónde se encuentran pues las zonas más afectadas?

-En el caso de Katmandú, la zona más afectada fue el centro histórico, Harvard Square, donde estaban esos templos en forma de pagoda con tres o cuatro tejados superpuestos, de los que no ha quedado nada. No por ello ha quedado extinguida toda la arquitectura religiosa de la ciudad, porque otros templos con menos apariencia siguen en pie, y además, los nepalís siguen manteniendo el culto religioso. Las colas para entrar a los templos siguen igual de largas como antes del terremoto, como si no hubiera quedado destruido, porque la espiritualidad sigue latente.

-Una de las zonas más afectadas por el seísmo fue el valle de Langtang, donde se registraron además víctimas españolas. ¿Cómo es esta zona del país y cuál es la situación de sus habitantes?

-He hecho múltiples travesías por ese valle pero no he vuelto a ir después del terremoto. Las consecuencias ahí fueron desastrosas, se convirtió en una auténtica ratonera. Es un valle tan cerrado y con las paredes tan verticales que el movimiento sísmico fue letal. Es una zona montañosa con pocos recursos, donde se vivía prácticamente del turismo, que ha quedado muy afectado.

-¿En qué medida se ha visto afectado el turismo en todo el país?

-El turismo es la principal fuente de riqueza de Nepal, así que tras el terremoto se produjo un segundo hundimiento de la economía del país por este motivo. Ahora parece que se está recuperando pero no ha llegado a los niveles anteriores al terremoto. El primer año fue de una oscuridad total en ese aspecto porque la gente se volcó sobre todo en ayudar al pueblo nepalí, y todavía continúan las secuelas de la desgracia.

-¿Qué otras consecuencias sociales ha tenido el terremoto?

-Una de las más importantes ha sido el desplazamiento de la población, sobre todo a las grandes ciudades. Es una tendencia que existe a nivel global pero en Nepal se ha agudizado. Ciudades como Katmandú crecen de manera tentacular y sin ninguna planificación, y esta situación se ha agravado tras el terremoto. Por otra parte, en Nepal siempre ha habido muchos orfanatos y estos se vieron totalmente desbordados después del seísmo. Hablamos del terremoto pero más recientemente el país ha sufrido numerosas inundaciones que han venido a machacar todavía más la situación.

-¿Cómo ha sido la respuesta del pueblo nepalí a la hora de reponerse de esta catástrofe?

-Ahora más que nunca hay una tendencia a buscarse la vida para hoy; no da margen para pensar en un futuro más alejado. La economía nepalí es muy precaria, y sus infraestructuras, muy deficitarias. El nivel de vida se ha encarecido mucho, a veces les cuesta cubrir sus necesidades básicas. La gente vive mejor en las zonas rurales que en la capital, aunque no tengan apenas medios. Lo de la atracción demográfica hacia los grandes centros urbanos está llevando a una situación cada vez más difícil a la propia población.

-¿Qué más puede contarnos sobre esta cultura que conoce tan bien?

-Nepal tiene una población de unos 24 millones de habitantes que se reparten en un conjunto de castas que vienen a corresponderse con los grupos étnicos. La geografía del país marca una serie de hábitats para las diferentes etnias, cerca de una veintena en total. En el país conviven las religiones budista e hinduista en perfecta armonía, incluso comparten templos. Vibran muchísimo con lo que ellos llaman festivales, manifestaciones religiosas multitudinarias. Es una sociedad de muchos contrastes.

-¿De qué va a hablar en su charla?

-Hablaremos de este mosaico de etnias en el techo del mundo que es Nepal. Me centraré sobre todo en una de las castas más populosas, los newars, desgranando algunas de sus costumbres y tradiciones. La vida de un ser humano en Nepal está plenamente condicionada por la etnia a la que pertenece, marca una serie de rituales o hitos a lo largo de su vida. Viven la religión de una forma muy cotidiana.