La asociación nació y comenzó a trabajar con la ciudad nicaraguense de León en 1992 a raíz del maremoto de septiembre de ese año y en 1995 se constituyó legalmente la Asociación Hermanamiento León-Zaragoza como una oenegé de cooperación para el desarrollo. ‘Cooperar con el sur, transformar el norte’ preside y da vida a múltiples acciones y contactos. una historia rica en sentimientos compartidos y realidades en cambio continuo en las dos ciudades, Zaragoza en España y León en Nicaragua, pese a la difícil situación por la que atraviesa el país.

-¿Cómo está la situación en Nicaragua?

-Después de la inestabilidad y la violencia surgida durante el 2018, ahora hay una situación de mayor calma, aunque las consecuencias económicas y sociales son importantes. Este conflicto ha dejado una sociedad muy dividida entre los partidarios y los contrarios al gobierno y las tensiones han crecido en este último año. Nicaragua está en un proceso de recuperación y de búsqueda de la normalidad, intentando salir de una situación complicada por la crisis económica y por esa fractura social.

-¿Cómo se llegó a esta situación?

-El origen fue una serie de manifestaciones de ciudadanos que se organizaron por un asunto medioambiental y la reforma de la ley de seguridad social. La respuesta a esas movilizaciones fue violenta y, a partir de allí, hubo un estallido de violencia.

-¿Cómo ha afectado este conflicto al hermanamiento con Nicaragua?

-Al principio con mucha preocupación por los voluntarios, el personal del hermanamiento y todas las personas con las que trabajamos en León, y por la violencia que había en las calles. Retomada la situación nos replanteamos nuestro trabajo para seguir siendo útiles. Algunas oenegés abandonaron Nicaragua al considerar que no tenían las mejores condiciones. Nosotros decidimos quedarnos por nuestro compromiso con León. Llevamos 27 años, tenemos vínculos con muchas entidades locales y no queríamos abandonar el trabajo de colaboración de todos estos años.

-¿Qué proyectos llevan a cabo en León?

-En los últimos años nos hemos volcado en el ámbito educativo. Hemos atendido las necesidades que hay en educación infantil porque es una etapa que no está muy desarrollada y también se han puesto en marcha hermanamientos escolares en Primaria y Secundaria, el programa del céntimo solidario, la colaboración de las dos universidades, escuelas taller, la construcción de bibliotecas en zonas rurales...

Otra línea de trabajo ha sido la atención a las víctimas de violencia de género junto a entidades locales, la prevención en embarazos de adolescentes o el apoyo psicosocial a las mujeres. También hemos trabajado mucho con los jóvenes pero han tenido un gran protagonismo en este conflicto y resulta más complicado continuar. Estábamos creando un Cipaj en León y en estos momentos está en paréntesis.

-Debido a la situación que vive Nicaragua están llegando muchos ciudadanos del país a Zaragoza. ¿Cómo es el apoyo?

-No es lo mismo haber planificado tu emigración y saber que vas a trabajar en otro país, que tener que salir corriendo sin un plan de lo que vas a hacer en España. A veces la situación de los que vienen es dramática y el impacto psicosocial por lo que han vivido es enorme. Llegan con unas condiciones de escasez y recursos. Estamos formando un grupo de voluntariado para acompañar y ayudar a las personas que tengan dificultades a la hora de realizar trámites.

-¿Conocen cuántos nicaragüenses residen actualmente en Zaragoza?

-No, pero dicen que Zaragoza es la ciudad española donde hay más nicaragüenses. Aquí ya existía una red de nicaraguenses que se había ido conformando años atrás y que ha funcionado como colchón para la gente que llega ahora. Si aquí tenían un familiar o una vecina que podía acogerles han acabado viniendo a Zaragoza.

-¿Cuántas personas forman parte del Hermanamiento León-Zaragoza?

-En estos momentos contamos con unos 130 socios, un grupo de voluntarios de unas 25 personas y dos trabajadores en la oficina de Zaragoza. En León hay tres personas que trabajan directamente en los diferentes proyectos.

-¿Qué balance hacen de estos 27 años?

-Ha sido un proceso muy enriquecedor y de aprendizaje. Hemos planteado siempre la cooperación con una visión muy horizontal y no solo a través de proyectos sino también mediante vínculos, favoreciendo que diferentes entidades de León y Zaragoza -unas 40, hoy- tengan relaciones de colaboración. La solidaridad pasa por cooperar con el Sur pero también con transformar el Norte y hacer aquí educación para el desarrollo y la ciudadanía global.

-¿Cómo surgió el hermanamiento?

-Por azar. En 1992 hubo un maremoto en Nicaragua en las costas del Pacífico y coincidió que un grupo de personas de Zaragoza se encontraba en León. De forma espontánea intentamos ayudar. Detrás lo hicieron amigos y compañeros, las instituciones, asociaciones, entidades sociales... Fue un proceso muy natural de solidaridad. No solo somos una oenegé sino también un hermanamiento que propicia el diálogo cultural, la creación de vínculos y cualquier tipo de cooperación.

El programa de voluntariado está abierto. Si hay personas que deseen colaborar y ayudar a las familias nicaragüenses pueden incorporarse y ejercer su solidaridad. Lo pueden hacer dirigiéndose a la sede (plaza San Bruno 10) o a través de la página web zaragozaconleon.org.