El conflicto de Siria, que ya va camino de los 10 años, parece no tener fin y no dar carpetazo a una tragedia humanitaria amanecida. Esta tragedia se ve reforzada por la última ofensiva iniciada el pasado mes de diciembre por el régimen sirio con el apoyo, muy directo, de Rusia sobre posiciones rebeldes al norte del país, en la provincia noroccidental de Idlib (habitada por alrededor de 3 millones de personas). En el actual escenario de conflicto, esta ofensiva resulta muy relevante, ya que una victoria del régimen supondría ayudaría a la provincia vecina de Alepo a estar protegida y abriría rutas en esta región hacia la costa y Damasco, así como haría más segura la base aérea rusa en la provincia vecina de Latakia contra los ataques de aviones no tripulados de los rebeldes.

En esta provincia y contando con un apoyo del régimen turco que ha reforzado alrededor de una docena de puntos militares con tropas turcas, se encuentran grupos rebeldes que están generando una gran oposición a la ofensiva del régimen bajo la bandera del denominado grupo Frente Nacional de Liberación, destacando la milicia islamista Tahrir al Sham, entre otras. Aunque bien es verdad que en estos momentos, tras el ataque a unidades militares turcas, se va a acrecentar el foco de tensión de un conflicto que parecía medio olvidado.

Rusia y China vetaron en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además, el envío desde Turquía de ayuda humanitaria a Siria. La tragedia en cifras es extraordinaria, la realidad habla del movimiento forzado de más de 900.000 personas (en su mayoría niños y mujeres) que intentan huir del conflicto y que presionan poco a poco en las fronteras turcas -Turquía ya cuenta con más de 3,5 millones de refugiados de este conflicto-, y con lo que ello supone: infraestructuras, atención médica y un largo etcétera que es un lastre para los recursos de un país.

DESTRUCCIÓN DE HOSPITALES

Pero también es desgarrador el tipo de ofensiva, que marca su objetivo en la destrucción de estructuras y servicios básicos como es el caso de hospitales y escuelas (la Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha confirmado que al menos 10 instalaciones médicas y 19 centros educativos se han visto afectados por los bombardeos). Unicef ha tenido que cerrar los dos últimos hospitales infantiles operativos en la zona a causa de los combates, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) describe con crudeza el colapso del sistema de salud en la región, que ha reducido a la mitad el número de centros sanitarios. La realidad es el reflejo de como la sociedad civil ha resultado el objetivo primordial de esta guerra.