La lucha feminista no es igual en todas partes del mundo. Mientras las mujeres blancas de occidente exigimos igualdad de salarios por el mismo trabajo que realizan los hombres, las mujeres negras africanas demandan derecho a la educación.

Imaginar el feminismo como un movimiento homogéneo es pasar por alto la heterogeneidad de las mujeres, desconociendo así nuestra diversidad cultural, racial, étnica, social, religiosa y de todo aquello que nos dé identidad. Así, podemos hablar de feministas blancas, indígenas, latinas, negras, musulmanas, migrantes, refugiadas, discapacitadas, lesbianas, transexuales, etc. Son feminismos que están atravesados por un mismo objetivo, lograr justicia social para todas, pero que deben enfrentar circunstancias adicionales si le sumamos otras condiciones: ser negra, refugiada y musulmana o ser latina, lesbiana y discapacitada. El feminismo se abre para relacionar las luchas y articularlas potenciando lo que tenemos en común, nuestra conciencia como feministas, y enfocarnos en la voluntad política de cambiar nuestras realidades.