Aquello que pesa más de todas las cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser recibidos. Pesan ciertos silencios. A veces, también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor, el esfuerzo se hace más pesado, intolerable», sostiene el papa Francisco. «El mundo está herido, necesita de las caricias de Dios. Está herido por la codicia, el hedonismo, odio, el deseo del poder: el mundo está enfermo. ¡Hay tantas enfermedades!». El amor es la única cosa que crece cuando se reparte. Porque amar es la razón mayor para vivir. Para afirmar de un modo creíble la dignidad de cada persona es preciso un amor palpable y viable hecho con gestos concretos.

Todos, a lo largo de nuestra vida, tenemos crisis. También en la familia se presentan, y lo mejor es que, en el primer momento en que notemos que algo no va, o sintamos que hemos caído en la rutina, acudamos a pedir orientación y ayuda para que esa crisis, que debe superarse y ser de crecimiento, no se convierta en la losa que nos ata y nos estanca, impidiendo nuestro crecimiento.

El Señor, que es magnánimo, obra milagros en los que trabajan por él. Y aquello que parecía imposible de solucionar, poco a poco, a través de terapia, va saliendo adelante. Y es tan importante la labor del Centro de Orientación Familiar (COF) como la de Cáritas, porque unos atienden a los pobres físicos y nosotros atendemos a los pobres de corazón. En ocasiones, todos nos sentimos así, pobres y desamparados, con soledad, aunque la realidad es que dios no nos abandona.

Los voluntarios del COF estamos capacitados profesional o académicamente para la labor de orientación de la familia. El fin último es ayudar a la familia a alcanzar su plenitud de vida humana y cristiana.

Sería mi deseo que el COF sea conocido por todos para que, conociéndolo, se animen y acudan a utilizar sus servicios, y en ello está mi empeño hoy. Mi deseo es que se sepa de la generosa, solidaria y orientativa labor de amor, esperanza y caridad del COF, que tan maravillosamente trabaja por un mundo más solidario, evangélico y mejor.

El amor que se da a través del diálogo favorece la autoestima, la afectividad y el auténtico conocimiento personal. Pero es imprescindible la transmisión de mensajes adecuados para una mejor orientación.

Muchas personas piensan que se pueden dar alegremente consejos que es muy fácil, y eso suele servir para agravar el problema, porque hay que poseer técnicas especializadas y la experiencia práctica para que las personas puedan conseguir aprender a dialogar y cumplir esas tareas. Para que, como decía Bécquer: «Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz como Lázaro espera que le diga: ‘Levántate y anda’!».