-El domingo, 10 de septiembre, La Ciclería de Zaragoza celebra la Jornada de Apoyo a Personas Refugiadas y Migrantes. ¿Cuál es el objetivo?

-Los objetivos son varios. A través de títeres, proyecciones, una exposición fotográfica, un documental y mesas coloquio, se trata, por un lado, de concienciar y sensibilizar sobre la situación que viven miles de personas atrapadas, y también sobre el olvido institucional que estas sufren. Y, a la vez, queremos mostrar solidaridad y convertirnos en sujetos activos dentro de esta crisis, que no es humanitaria, sino una crisis de solidaridad. Evitando la resignación, se trata de pasar de la omisión a la acción, abogando por la unión y el empoderamiento de los pueblos.

-Otro de los objetivos es conseguir dinero para los refugiados. ¿A través de qué organizaciones se canalizarán los fondos recaudados y para qué proyectos?

-Principalmente, se destinará a la Asociación Amigos de Ritsona, aunque hay muchas organizaciones involucradas en esta jornada. En función de las necesidades, se valorará qué es lo primordial.

-La jornada comenzará con una ruta teatralizada en bici. ¿En qué va a consistir?

-Está organizada por Las Bielas Salvajes, un colectivo ciclista feminista que organiza rutas temáticas, aunque en esta ocasión cuentan con la colaboración de artistas como la cantante de jazz María Sedano, la actriz Marta Cortel, el cantautor Señor Labanchy y Cuentacuentos Pinsueño. Después, a partir de las 13.00 horas, comenzará el vermut solidario musical con María Sedano.

-Por la tarde, en un coloquio, abordarán el tratamiento de esta crisis en los medios de comunicación. ¿Nos merecemos un tirón de orejas?

-No solo los medios de comunicación, la cosa va mucho más allá. El problema es la invisibilización del fenómeno que se hace en Europa. Como desde las instituciones no hay voluntad de acoger, lo que hay que hacer es buscar herramientas para empoderarnos y actuar. Y, para eso, lo primero que hay que hacer es estar bien informado.

-Además de los miembros de la Asociación Amigos de Ritsona, personas de otras organizaciones hablarán de su experiencia como activistas. ¿Quiénes son?

-Somos muchas asociaciones independientes las que estamos trabajando sobre el terreno, y uno de nuestros objetivos es tejer redes de colaboración, por eso vamos a contar con un amplio espectro de activistas. Vamos a tener a gente del Colectivo Lefrig, que trabaja en los campos de refugiados saharauis. Va a estar Mayday Mediterráneo, que la semana que viene fletará un barco para rescatar personas frente a las costas libias. Participará Ayuda 19 Octubre, que trabaja en Grecia, el Grupo Ayuda Refugiad@s Zaragoza, cuya principal labor es la integración en el tejido social, también SOS Refugiados…

-¿Qué trabajo realizan desde la Asociación Amigos de Ritsona?

-A lo largo de nuestro primer año de existencia hemos conseguido mejorar la alimentación y las condiciones de vida de quienes viven en el campo de refugiados de Ritsona, en Grecia, que da nombre a la asociación. Se ha hecho a través de donaciones de ropa y cocinas, trabajos de limpieza y reparación de infraestructuras, tratamientos bucodentales. Se puso un bus para que puedan desplazarse a la población más cercana, a 17 kilómetros… Y a través del programa de mejora habitacional, a las personas más vulnerables, las hemos sacado del campo y llevado a pisos.

-¿En qué situación legal se encuentran hoy quienes residen en Ritsona?

-A día de hoy se ha convertido en un campo permanente, y las 700 personas que en él viven probablemente ya no salgan de allí. No pueden pedir asilo, bien porque entraron después del acuerdo de la vergüenza con Turquía, o bien por sus países de procedencia, lo que les hace ser considerados inmigrantes económicos.

-¿Y en qué condiciones viven ahora?

-Estas han mejorado levemente, o más bien han cambiado. Ahora tienen cocinas y el Ejército ya no reparte comida. Se les entrega una tarjeta con 150 euros por familia para alimentación, cantidad a la que se suma más dinero en función de los miembros que la componen. Y ellos mismos se proveen de la comida. Pero Ritsona está a 17 kilómetros de la población más cercana, y solo disponen de un autobús a la semana. Y también se han canalizado los vertidos de aguas negras.

-Esto, en cuanto a las circunstancias materiales. ¿Pero qué ocurre con las condiciones emocionales y psicosociales?

-La situación es mucho más tensa. Se están empezando a crear guetos y hay menores no acompañados dentro del campo. Y esta situación tan tensa, ahora que se ha vuelto permanente, genera conflictos y peleas. Estas personas, lo único que quieren es salir de ahí, aunque sea pagando a mafias, volviendo al punto de partida. Por eso hacemos las jornadas del día 10, para sensibilizar sobre esta situación. Y para reclamar que se abran las fronteras. Hay que recordar que, de las más de 17.000 personas que el Gobierno de España se había comprometido a acoger para este mes, solo ha llegado el 10%.

-Y este incumplimiento, ¿no a va tener ninguna consecuencia para el Ejecutivo español?

-En un principio, parece que no. Lo que podemos ver con este tipo de actuaciones es que los tratados están manchados de sangre, de dolor y lágrimas, y que palabras como refugiado ya no tienen ningún valor. En lugar de encontrar refugio, esas personas se encuentran con el olvido y el rechazo. ¿Cómo es posible que las fronteras que se abren al dinero se cierren a las personas? Quedan abocadas a la desesperación y a caer en redes de tráfico de drogas o de prostitución.

-¿Qué planes de futuro tienen en la asociación?

-Queremos empezar a trabajar también en Atenas, que se está viendo desbordada porque están enviando allí a muchas personas que se encontraban en los campos en las islas. Familias enteras, e incluso menores no acompañados, están durmiendo en las calles. Para estos últimos hay 1.300 camas disponibles, pero hay registrados 2.400. Los menores están siendo captados por mafias de tráfico de drogas, de órganos o de pederastia. A una compañera de la asociación le contaron ellos mismos hace un mes que, por 5 euros, se iban a dormir a pensiones con los pederastas.