Las predicciones globales de aumento del hambre infantil, la violencia y la pobreza, debido al impacto económico de la pandemia de covid-19, ya están comenzando a cumplirse. Solamente en Asia, se estima que 85 millones de familias viven con poca o ninguna reserva de alimentos, lo que se traduce en 110 millones de niños hambrientos.

Esto supondría que hasta ocho millones de menores de ese continente podrían estar expuestos a graves peligros debido a la mendicidad, el trabajo infantil y el matrimonio temprano. Así se desprende del informe El tiempo se agota, elaborado por la oenegé World Vision.

«Nuestras evaluaciones rápidas en países afectados son los que viven «en países frágiles que ya sufren conflictos, cambio climático, inestabilidad o desplazamiento, y los que dependen de la asistencia humanitaria».

Los datos de World Vision a nivel comunitario, obtenidos de 14.000 hogares en ses de Latinoamérica, África Subsahariana y Asia muestran que está claro que estamos en la cúspide de una catástrofe para los niños», explica Norbert Hsu, líder de impacto global de World Vision. Los más Asia, de más de 2.400 propietarios de pequeñas empresas en África y de más de 360 migrantes venezolanos en América latina, confirman que las proyecciones sobre el impacto potencial de la pandemia ya se están cumpliendo.

«Más del 80% de los migrantes con los que hablamos dijeron que la comida era escasa, en la medida en que uno de cada tres niños migrantes venezolanos se acuesta con hambre. Nuestra evaluación en África también constató que la mayoría de los encuestados, muchos de los cuales son mujeres, gastan menos en alimentos saludables para hacer frente a la pérdida de sus ingresos», afirma Hsu.