Una de las principales preocupaciones de Mustafa Tosun, alcalde de Dikili, localidad del oeste de Turquía de unos 20.000 habitantes, es que los niños refugiados deben recibir apoyo psicológico y educación, para lo que son necesarios profesores capaces de enseñar en árabe, una necesidad muy difícil de cubrir hoy en día en es su país, afirmó.

Turquía acoge a cerca de 2,8 millones de refugiados, de los que más de 1,5 millones son niños aunque, según Tosun, la cifra podría ascender a cuatro millones, ya que muchos refugiados no están inscritos en el censo. Para este alcalde turco, la única solución para acabar con la llegada masiva de refugiados es alcanzar «una paz real en la región», tanto en Siria como en Irak, porque es «imposible» parar el flujo migratorio.

En el caso de Jordania, el número de niños refugiados que han llegado al país ha desbordado la capacidad de las escuelas, por lo que cerca de 90 colegios tienen que abrir día y noche para dar clase, manifestó en la Conferencia Internacional de Alcaldes Hassan Alrhaibeh, alcalde de Um Al Jimal, una localidad jordana fronteriza con Siria.