Como, lamentablemente, suele ocurrir cuando se disgregan geográficamente los datos relativos a los indicadores de desarrollo, el continente africano se lleva la peor la parte. África presenta la situación más alarmante, ya que la región tiene las tasas de hambre más altas del mundo, que siguen aumentando lenta pero constantemente en casi todas las subregiones. En África oriental en particular, cerca de un tercio de la población (un 30,8%) está subalimentada.

Esto, en lo que respecta a porcentajes de población. Porque si se atiende al cómputo total de afectados, Asia se lleva la palma. El mayor número de personas subalimentadas, más de 500 millones, vive en este continente, sobre todo en los países del sur.

Juntos, África y Asia soportan la mayor parte de todas las formas de malnutrición, ya que cuentan con más de nueve de cada diez niños con retraso en el crecimiento y más de nueve de cada diez niños con pérdida patológica de peso en todo el mundo. En Asia meridional y en el África subsahariana, uno de cada tres niños padece de retraso en el crecimiento.

Así pues, de los más de 820 millones de personas que pasan hambre en el mundo, 513,9 millones se localizan en Asia (el 11,3% de la población), 256 millones en África (19,9%) y 42,5 millones (6,5%) en América Latina y el Caribe.

El número de personas que pasan hambre en América Latina y el Caribe también ha crecido en los tres últimos ejercicios. El porcentaje de hambrientos aumentó del 6,2 % de la población en el 2015 al 6,5 % en el 2017, nivel que se mantuvo al año siguiente.

En el nivel subregional, los mayores índices de hambre se dieron en el Caribe, donde ese problema afectaba el año pasado al 18,4% de la población (7,8 millones de individuos), y en Centroamérica, con el 6,1% (11 millones en total). Aunque, por países, el mayor aumento se dio en Venezuela, donde el año pasado padecía hambre el 21,2% de la población, frente al 6,2% en el año 2014.