Mary Onjwang llega cabreada a la oficina de la Asociación de Bienestar de Mujeres Estudiantes de la Universidad de Nairobi (Kenia). Ese mismo día, la oficina de seguridad del campus ha emitido un comunicado justificando una violación en grupo a una estudiante porque ésta «decidió volver andando sola (borracha) desde el centro de la ciudad a su residencia». «¿Cómo le digo yo a las estudiantes que acuden a mí en busca de ayuda que tienen que denunciar sus agresiones a la misma oficina que está diciendo estas cosas?», se queja Onjwang, que después de quedarse embarazada tras una violación y tener que afrontar su primer año de estudios universitarios completamente desamparada, ha volcado su vida en que otras mujeres no sufran lo que ella padeció.

La vicerrectoría de la Universidad de Nairobi (UoN) se apresuró a sacar un comunicado pidiendo disculpas por la «insensibilidad» del mensaje, pero lo cierto es que la culpabilización de las víctimas sigue siendo el pan de cada día. En Estados Unidos, a pesar de las reformas espoleadas por el movimiento feminista en la década de 1970, «se sigue esperando que las víctimas hagan lo imposible para detener la violencia sexual», según Laura Dunn, una abogada que sufrió una violación en la universidad y ahora representa a estudiantes que han pasado por lo mismo. «Esa culpabilización de la víctima que estaba en nuestras leyes ahora existe en la sociedad, en la forma en la que responde la Policía, en la forma en que los campus enfocan el tema», resume Dunn.

«Hemos tenido casos en los que los estudiantes van a denunciar y la persona que se tiene que encargar del caso es su acosador, un profesor, por ejemplo», explica la activista keniana Maccrine Ondigo; «así que, como víctima, ¿voy a denunciar ante quien me ha acosado? No, mejor me quedo sentada. Y hemos escuchado casos de estudiantes que se suicidan por la depresión que les produce el acoso».

Cansadas de que los casos se repitan «semanalmente» sin que nadie actúe, estudiantes de varios campus de Kenia lanzaron en noviembre la campaña #CampusMeToo para denunciar el acoso sexual por parte de profesores. «Los estudiantes piensan que es normal que te suspendan porque no quieras tener una cita con un profesor, pero hemos llegado a un momento en el que tienes que decir basta», explica Ondigo, que también coordina la campaña.