La propagación del covid-19 y las medidas excepcionales que se están adoptando en casi todos los países alrededor del mundo colocan a la humanidad en una situación sin precedentes, cuyos efectos aún resultan impredecibles. Nunca antes se había puesto de tan manifiesto la necesidad de la solidaridad internacional.

«La globalización de esta crisis es un reto que interpela también a la política de cooperación aragonesa, que debe mantenerse y reforzarse mientras dure la pandemia», afirma Ceren Gergeroglu, presidenta de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), organización que aglutina a medio centenar de oenegés de desarrollo.

La FAS ha remitido un documento titulado Medidas para hacer frente al impacto del covid-19 desde el sistema aragonés de cooperación al desarrollo a las administraciones autonómicas y locales que financian el trabajo de las entidades de ayuda internacional. En él, comparte un análisis de las repercusiones que la pandemia está teniendo, y tendrá, sobre la cooperación al desarrollo, y detalla las iniciativas que las organizaciones de la FAS han puesto en marcha como respuesta.

Además, junto al informe, las oenegés demandan a las instituciones públicas que adopten una serie de medidas para hacer frente al nuevo escenario global que se abrirá tras el paso de la enfermedad. «La nueva situación nos muestra todo lo que la Agenda 2030 trataba de explicar: la conexión de lo social con lo económico, lo político y lo medioambiental, o la dilución de la frontera entre lo interno y lo externo. Necesitaremos duplicar nuestros esfuerzos para mantener esas prioridades y construir prosperidad», apunta Gergeroglu.

Piden abordar esta situación de forma dialogada y consensuada, dando facilidades y flexibilidad a las oenegés para adaptar sus estrategias y proyectos en ejecución. Y exigen medidas concretas de apoyo activo a la cooperación al desarrollo, la ayuda humanitaria y la educación para el desarrollo y la ciudadanía global, que «deben considerarse imprescindibles, ya que uno de los principales aprendizajes que podemos extraer de esta crisis es que solo pararemos la pandemia si somos capaces de contenerla en todo el mundo», exhorta la presidenta de la FAS.

Ceren Gergeroglu advierte de que «los problemas globales solo pueden resolverse desde la cooperación internacional», que ya se está viendo fuertemente afectada por las consecuencias del coronavirus. Numerosos proyectos de desarrollo van a estar condicionados por las restricciones establecidas en los países donde se ejecutan, y por las consecuencias de la enfermedad sobre la población y las estructuras sanitarias, educativas y económicas de unas sociedades en las que el confinamiento no es posible, donde la mayoría de la gente vive de lo que consigue cada día.

Por otro lado, la FAS llama la atención de las administraciones sobre los tiempos de afectación de la pandemia, que van a ser distintos para los proyectos de cooperación. «Seguramente, los plazos administrativos se restablecerán en España una vez superado el estado de alarma. Pero entonces, muchos de los países destinatarios de la ayuda aragonesa, en los que apenas acaban de empezar las restricciones, seguirán inmersos en limitaciones de movimiento y de actividad», prevé Gergeroglu.

Y, entre tanto, las acciones para mejorar las condiciones de vida de la población, respondiendo a sus necesidades básicas y dotándola de estructuras estables, serán aún más esenciales para sostener la vida. Pero los organismos financiadores deberán tener en cuenta algunos condicionantes.

En el caso de proyectos cuya ejecución dependa del calendario agrario, la paralización del país puede hacer inviable su ejecución dentro del periodo de la subvención concedida, requiriendo de prórrogas que incluso abarquen un nuevo año. En los proyectos educativos, la amplísima brecha digital dificultará mantener las acciones y dejará a millones de niños fuera de los sistemas educativos.

«A pesar de las dificultades, las oenegés y sus contrapartes locales siguen luchando para seguir ejecutando los proyectos, a la vez que se preparan para los nuevos escenarios que se prevén en los diferentes países en que trabajan», asegura la presidenta de la FAS.

El brote global de coronavirus también ha puesto patas arriba la otra faceta del trabajo de las organizaciones humanitarias aragonesas, la que desarrollan en esta parte del mundo. El estado de alarma ha frenado en seco los proyectos de educación para el desarrollo. Muchos se ejecutaban en colegios, que tendrán que ponerse al día con las materias una vez reanudada la actividad, y difícilmente podrán volver a encajarlos en su nuevo calendario escolar.

Sin embargo, «aunque en los primeros días de aislamiento predominaron los discursos de solidaridad, ahora prolifera un discurso de odio muy peligroso». Por ello, la presidenta de la FAS sostiene que una educación para el desarrollo y la ciudadanía global «sólida y estable, que garantice una sociedad crítica y comprometida», será aún más necesaria. En contrapartida, «el ambiente es propicio para los discursos basados en los valores humanos, la defensa de derechos y la solidaridad».