Para las personas que, debido a su discapacidad, tienen necesidad de grandes apoyos en su vida diaria para desarrollar prácticamente cualquier actividad, por cotidiana que esta sea, cada pequeña acción puede convertirse en un reto. Pero ese afán de superación de los obstáculos es también un estímulo, y lograrlo toda una recompensa.

Además, tienen algo en común con los protagonistas de esta historia. No tienen discapacidad, pero también afrontan desafíos, y el agua les une a este colectivo. José Luis Gil y Luis Redondo pertenecen al Club de Natación IZ Cuarte. Ambos coincidían en sus entrenamientos con los chicos y chicas de la Asociación Aragonesa Pro Desarrollo Psicomotor del Niño (Araprode), que igualmente acuden a nadar a la piscina Ángel Santamaría del Liceo Europa.

Un día, tuvieron que ayudar a uno de los padres a sacar del agua a su hijo que, al igual que sus compañeros, es una de esas personas con grandes necesidades de apoyo que se mencionaban al principio. Compartiendo piscina, empezaron a tomar conciencia de las dificultades que estas personas y sus familias afrontan cada día, y decidieron dedicarles su próximo desafío deportivo, que ya llevaban tiempo rumiando: cruzar a nado desde Mallorca hasta Menorca.

Pensaron que, al tiempo que concienciaban a la sociedad sobre la realidad de estas familias, podrían recaudar fondos para Araprode. “Todos queríamos superar nuestros límites, de ahí la vertiente solidaria de nuestro reto y apoyo”, explican Gil y Redondo.

El pasado 15 de septiembre lo consiguieron, nadando en mar abierto los 37 kilómetros que separan las dos islas. Por si esto fuera poco, José Luis lo hizo de espaladas, algo que nadie había conseguido antes. Sin duda, toda una proeza, solo equiparable a la primera vez que una persona con movilidad reducida se atreve a lanzarse al agua y aprende a desplazarse por su superficie, como hicieron en su día sus compañeros de Araprode.

Alcanzar la meta no fue tarea fácil para estos dos deportistas. Las vísperas fueron días de gran incertidumbre, ya que una borrasca azotaba Baleares y las corrientes marinas a punto estuvieron de dar al traste con el reto solidario. Además, fueron muchos los que dudaron de que pudieran lograrlo.

El hecho de que ambos nadadores vivan en Zaragoza y no puedan entrenar en el mar era un factor añadido en su contra. Por eso, desde la Menorca Channel Swimming Association eran reticentes a otorgarles los permisos necesarios para realizar la travesía. Hasta finales de enero de este año no lograron la autorización requerida. Pero llegó la pandemia de covid-19, y no les quedó otro remedio que aplazar su épica hazaña.

La semana pasada pudieron culminarla con éxito, demostrando que el afán de superación de los propios límites es el denominador común que comparten José Luis Gil, Luis Redondo y los asociados de Araprode. Y el agua, su medio para conseguirlo.

Gil y Redondo aspiraban a superar el reto de nadar entre las dos mayores islas del archipiélago balear. El equipo de natación de Araprode, por su parte, afronta cada vez que se zambulle la tarea de mejorar sus condiciones físicas y motrices a través de las terapias en el agua.