-La única sede de Huauquipura está en Zaragoza. ¿Cómo les afectaría el recorte del 75% en la partida de cooperación que propone Vox en el ayuntamiento?

-Esperemos que esta propuesta haya sido solo un órdago y la echen para atrás. Nos esperan cuatro años muy duros con este ayuntamiento. De momento, desde la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) se van a plantear movilizaciones. Y se seguirá haciendo incidencia política porque no puede ser que haya un retroceso tan grande en Zaragoza, que ha sido siempre una ciudad comprometida con la solidaridad y el comercio justo. La oficina de cooperación de Zaragoza ha sido un acicate para que el resto de Aragón se lanzara a implantar esas políticas. Sería dar un paso enorme para atrás, como está ocurriendo con las entidades de acción social.

-La FAS tacha de reduccionista el argumento de anteponer las necesidades «de los de aquí» a las de «los de allá».

-Es un argumento demagógico. La pobreza no entiende de fronteras. Hay que luchar contra la pobreza y no contra los pobres. Estamos en un mundo cada vez más globalizado y, lo que pasa aquí, pasa allá.

-Vox apuesta por eliminar la cooperación descentralizada y dejarla como competencia exclusiva del Estado. ¿Qué opina?

-Ese debate estaba más que superado hace años. La conciencia social, solidaria y de empatía de la ciudadanía debe canalizarse desde todas las escalas de la Administración. Los ayuntamientos los hacemos los ciudadanos. Y la cooperación es parte de nuestro crecimiento como ciudad.

-Habla de canalizar la solidaridad de los ciudadanos, y eso hace Huauquipura con su programa de voluntariado internacional. ¿Cuándo comienza el de este año?

-Mañana, a las 19.30 horas, en el centro Joaquín Roncal de Zaragoza, vamos a dar una charla informativa para todos los interesados en participar, y ahí resolveremos sus dudas. Es un acto abierto y no hace falta inscribirse. Les contaremos que lo primero que harán es formarse.

-¿Cómo será esa formación?

-Empezará el 22 de febrero y se extenderá hasta junio. Serán cinco sesiones, los sábados, de 10.00 a 14.00 horas, también en el centro Joaquín Roncal. Se trabajarán diferentes temáticas: qué proyectos realiza Huauquipura, dónde los hace, con qué entidades locales, qué manera tenemos de trabajar, cómo funcionan las oenegés locales… Y hay una parte muy importante del curso de formación en la que se trabajarán las actitudes, qué comportamiento se espera de nosotros, la gestión de conflictos, qué nos vamos a encontrar sobre terreno... Como personas extranjeras, cuando lleguemos allá vamos a descubrir cosas muy buenas, pero también algunas muy raras a las que nos vamos a tener que enfrentar, y que habremos de saber gestionar. Queramos o no, vamos a aprender mucho, pero también vamos a vivir un choque cultural.

-¿Deben cumplir algún requisito las personas que quieran hacer voluntariado internacional con Huauquipura?

-No. Tenemos tantos proyectos y tan variados que hay espacio para todo el mundo. Vienen voluntarios sin nada de formación y otros con mucha, pero los vamos encajando en los proyectos según sus perfiles, sus preferencias y las fechas que mejor les cuadren. Puede venir cualquier persona. Ni siquiera ponemos límite de edad, ni por arriba ni por abajo. Eso sí, los menores de 18 años deben venir con su familia.

-¿Se puede participar incluso en familia?

-Sí. De hecho, el año pasado tuvimos una pareja con dos niños en Ecuador. Además, yo, que soy madre, creo que es muy interesante poder dar a tus hijos la oportunidad de conocer otros países, otras realidades y otras maneras de pensar.

-¿Qué opciones de voluntariado ofrecen?

-Aunque trabajamos en siete países, ofrecemos cuatro destinos: República Dominicana, Ecuador, Paraguay y Senegal. Ahí es donde tenemos garantías de que las organizaciones locales tienen la capacidad de acoger en buenas condiciones al voluntariado. Las fechas y la duración de las estancias dependen de cada cual, aunque sí que recomendamos que no se vaya para menos de un mes porque, si vas menos tiempo, entre que te acogen y te ubicas, a lo que empiezas a poder hacer cosas casi tienes ya que volver. No hay un tiempo máximo. Hay gente que va para un mes y se queda tres, y tenemos casos en que fueron para seis meses y llevan ya cinco años.

-¿Qué gastos asume cada parte?

-Las organizaciones locales con las que trabajamos suministran alojamiento, alimentación y los gastos de transporte relacionados con las tareas del voluntariado. Quienes van aportan 150 euros a esas entidades, no a Huauquipura, para cubrir la manutención. El desplazamiento desde España y el seguro médico obligatorio lo pagan los propios voluntarios.

-¿Con qué sensación se vuelve?

-Sobre todo, con mucha emoción, porque se crean muchos vínculos. Este viaje no tiene nada que ver con hacer turismo. Puede que no hayas visto nada turístico, pero es una experiencia muy intensa en lo que respecta a las relaciones y el conocimiento de la cultura local, porque vives y convives con la población local, comes con ellos, te invitan a los cumpleaños y a las bodas… Lo que la gente se trae es el vínculo personal y afectivo que se crea ese contacto humano tan directo.

-¿Qué le aporta este tipo de voluntariado a los anfitriones?

-La respuesta suele ser muy positiva. Primero, porque a la gente de allá les hace autovalorarse muy positivamente. Saber que hay gente de Europa que les dedica su tiempo libre les hace revalorizar lo suyo, sus costumbres y su forma de estar en el mundo. Hay un enriquecimiento mutuo. Por ejemplo, los maestros que trabajan en los proyectos educativos valoran mucho estas estancias porque les suelen aportar nuevas herramientas pedagógicas.

-¿Qué importancia tiene el voluntariado para Huauquipura?

-Nosotros lo vemos como una oportunidad de transformación social. No se trata tanto de ir a ayudar, de hacer grandes cosas ni de salvar a nadie, sino de convivir, compartir, aprender y dejarnos impregnar para, luego, volver y transformar la realidad de aquí. Para su regreso, el voluntariado asume el compromiso de difundir su experiencia para mejorar la calidad de vida de otras personas allá, pero también aquí. El objetivo es que despierten la solidaridad y la empatía cuando vuelvan.