Trabajar no significa únicamente disponer de una fuente de ingresos, sino que es también un factor de bienestar mental. Al menos, así lo atestigua el 63% de los aragoneses encuestados por la Fundación Adecco para la elaboración del estudio Un empleo contra la exclusión. Estos ciudadanos, en riesgo de exclusión sociolaboral debido a circunstancias como la edad o la discapacidad, afirman que acceder a un puesto de trabajo les ha ayudado a mejorar su autoestima y su salud emocional.

A pesar de que la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicada la semana pasada, refleja un descenso anual en la tasa de paro de un 1,07% en Aragón -en el conjunto de España, el desempleo bajó un 2,26% durante el último año-, y de la reactivación de la economía, casi 3 de cada 10 españoles (el 28,6%) sigue encontrándose en riesgo de pobreza y exclusión social, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión (EAPN). Un dato que en el caso de Aragón desciende hasta el 17,7%, solo por detrás del País Vasco (17,6%) y Navarra (13%).

Asimismo, el Informe de Riesgos Globales 2017, presentado en el Foro Económico Mundial de Davos, sitúa la exclusión social y las desigualdades económicas en las sociedades avanzadas entre los principales riesgos para la economía mundial en el 2017, incidiendo especialmente en el desempleo y el empleo precario. Además, en pleno periodo de expansión del empleo, desde el año 2014 no deja de aumentar en España el porcentaje de trabajadores en situación de pobreza.

Las circunstancias que motivan el riesgo de exclusión social son muy variadas, sin embargo, en la mayoría de los casos, la Fundación Adecco ha hallado un denominador común: el paro de larga duración. Con el objetivo de proporcionarl visibilidad a estas personas, la organización ha analizado cómo impacta el empleo en sus vidas. Para ello ha realizado una encuesta a 1.000 personas en riesgo de exclusión social, 150 de ellas en Aragón.

La crisis económica ha acentuado trastornos como la ansiedad o la depresión, especialmente entre las personas más vulnerables a la exclusión social. Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, «en nuestro día a día hemos comprobado cómo el acceso a un puesto de trabajo es la mejor medicina para combatir estos estados. Hace que nos sintamos útiles, incrementemos nuestra autoestima y nos sintamos más seguros en nuestras relaciones interpersonales, teniendo un impacto directo en nuestra calidad de vida global».

Mesonero destaca que «el desempleo de larga duración puede derivar en el autoestigma, haciendo que las personas en esta situación se retraigan en sus relaciones familiares y sociales y entren en una espiral de aislamiento cada vez más profunda. Desde nuestras oficinas, asistimos diariamente a casos de personas que se encontraban muy abatidas y en grave riesgo de exclusión, pero que han logrado superarla gracias al empleo».

Los resultados de la citada encuesta apoyan esta realidad: el 45% de los encuestados en Aragón, en riesgo de exclusión y con empleo, asegura que el trabajo les ha ayudado a mejorar sus relaciones sociales con familiares y amigos, a los que antes evitaban.

«En muchos casos, las personas en riesgo de exclusión llegan a sentir pudor a la hora de hablar de su situación y ello les lleva a no pedir ayuda y a esconderse. Una vez encuentran trabajo se sienten autónomos, seguros de sí mismos y pueden reconducir sus vidas», recalca Mesonero.

En esta línea, un 63% de los aragoneses afirma que el acceso a un puesto de trabajo le ha ayudado a mejorar su autoestima y su salud emocional. Un porcentaje que, aún siendo inferior a la media nacional (71%), demuestra que el empleo no solo es una vía de ingresos económicos, sino que brinda a las personas la posibilidad de desarrollar capacidades y habilidades que les permite asumir responsabilidades, tomar decisiones e incrementar su autoestima.

Por otro lado, el 28% de los aragoneses encuestados en este estudio afirma tener un puesto de trabajo. Sin embargo, se mantienen en una situación de especial vulnerabilidad como consecuencia de su situación laboral, ocasionada por la parcialidad de la jornada laboral y los bajos salarios, principalmente.

Esto quiere decir que, aunque el empleo es una de las grandes herramientas para poner freno a la exclusión, no siempre hace que se salga de una situación de vulnerabilidad social. En este sentido, el 78% de los encuestados con empleo asegura ganar menos de 15.000 euros brutos anuales, y un 49% no supera los 10.000 (3% más que la media nacional). Si se compara esta situación con el umbral de riesgo de pobreza fijado en la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, se observa como en muchos casos trabajar no permite superar una situación de exclusión social.

Pese a esto, Begoña Bravo, consultora de selección de la Fundación Adecco, afirma que «para una persona en riesgo de exclusión y parada de larga duración, encontrar un empleo, aunque sea a jornada parcial, le ayuda a empoderarse, a continuar formándose, a adquirir nuevas habilidades y a mejorar su autoestima». En definitiva, «le ayuda a recuperar la ilusión y la motivación necesarias para buscar un empleo en mejores condiciones en el medio plazo, o para mejorar el actual. Necesita salir de una situación de bloqueo que le impide tomar decisiones». Un trabajo «se convierte en la mejor herramienta para ello».