L a Organización Mundial del Turismo (OMT) refleja en su informe sobre el turismo mundial que en el 2019 se produjeron alrededor de 1.500 millones de llegadas de viajeros, aunque bien es verdad que el crecimiento fue menor respecto al 2017 y el 2018, de solo un 4%. Esta cifra equivale a que algo más del triple de los habitantes de la Unión Europea, o casi la totalidad de la población india, decidió viajar el año pasado, cuando en 1950 apenas 25 millones de personas disfrutaban del turismo.

Los portales digitales o la reducción de los costes en este sector -caso de las líneas aéreas-, entre otros aspectos, posibilitaban un desarrollo globalizado del turismo, que parecía mantener una muy buena salud hasta la llegada de la pandemia de covid-19.

Pero entre los claroscuros de este fenómeno económico mundial estaba su impacto ambiental, lo que suponía ya un problema de primer orden: sobrecargas de edificaciones turísticas y de visitas, la falta de sostenibilidad en el propio sector hotelero, la alteración de ecosistemas protegidos con la masificación turística, la reducción de la calidad del agua y de las playas, la basura y residuos que se generan… Y todo ello sin olvidar la impronta que dejaba la huella ecológica de este sector económico. La propia OMT señalaba en su informe del 2019 que “es necesario gestionar el crecimiento con responsabilidad y aprovechar de la mejor manera posible las oportunidades que el turismo puede ofrecer a las comunidades de todo el mundo”.

#TurismoReset, por un turismo comprometido con la sostenibilidad es un manifiesto impulsado por varias organizaciones y personas vinculadas a este ámbito, entre cuyos objetivos está conseguir que el turismo se convierta en un sector clave para el cambio hacia un modelo de sostenibilidad ambiental, económica y social. Los firmantes de este documento buscan generar un diálogo y una oportunidad de trabajo enriquecedor para todas las partes integrantes de este motor económico y social, que le permitan ser un catalizador de desarrollos socioeconómicos nuevos.

Proponen que el turismo sustente una mayor igualdad, que propicie unas condiciones laborales dignas y una mejora en la calidad de vida, basada no solo en el aspecto económico, sino también en el respeto y la conservación de los recursos que permiten a las comunidades su propia existencia y la preservación de sus identidades culturales. Y para ello apuestan por la adopción de modelos de gobernanza que admitan la participación local en la planificación turística.

Junto a estas líneas de acción, el manifiesto plantea que “ahora mismo, cabe preguntarse si queremos de nuevo el mismo crecimiento exponencial en el que estábamos inmersos, en donde la dimensión cuantitativa se ha impuesto a la cualitativa”. Con toda seguridad, y todavía inmersos como estamos en la crisis sanitaria, la reflexión que sobre la base de este documento se destila hace necesario que todos nos planteemos qué modelo puede emerger, cuando todo se verá vinculado a la incipiente crisis climática.