Los proyectos de emergencia aprobados rondan ya la treintena, los euros invertidos superan los 700.000, las personas las beneficiarias alcanzan las 350.000… Son las cifras de la respuesta que Manos Unidas para hacer frente a las consecuencias del covid-19 entre los más vulnerables del planeta. Pero esto no ha hecho sino empezar.

Esta oenegé, que lleva más de 60 años luchando contra el hambre y la pobreza en el mundo, trabaja ahora para dar respuesta a una pandemia «que está haciendo que las cifras del hambre y la malnutrición se incrementen de manera alarmante», asegura Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas. «Para evitar este drama, se necesita una respuesta a gran escala, en la que se impliquen los estados de forma generosa y contundente. Porque, si algo hemos aprendido, es que es una crisis global que no entiende de fronteras ni de riquezas, y que la vulnerabilidad de unos es la vulnerabilidad de todos», afirma Pardo.

«Dar una respuesta eficaz y efectiva a esta crisis es una cuestión de justicia. Estamos hablando de seres humanos que viven en unas condiciones en las que ningún ser un humano debería vivir», señala. Por ello, apela «a la generosidad de los españoles que, como siempre, en esta crisis están demostrando una enorme solidaridad con los que más sufren. Pedimos que esa solidaridad se haga extensible más allá de nuestras fronteras. Solo así podremos vencer esta pandemia».

Ese altruismo ya ha llegado a 350.000 personas de Asia, América y África a través de 29 proyectos destinados a atender necesidades urgentes en el ámbito sanitario, de prevención, de asistencia en derechos, de alimentación e higiene. Pero hay que llegar a muchas más.

«Las peticiones que estamos recibiendo son muy numerosas y necesitamos dar respuesta con urgencia a estas llamadas de socorro, porque detrás de este sufrimiento, de esta pobreza, de esta hambre y de esta angustia, hay personas, mujeres, hombres, niños, ancianos, con el mismo derecho a la vida que tenemos todos nosotros», sentencia Pardo.

Además, sobre todo, en África, la organización está haciendo un gran esfuerzo para dotar de material a los hospitales. «Si el coronavirus está teniendo estas consecuencias en países como el nuestro, no quiero imaginar lo que puede suponer en países en los que las camas de UCI se cuentan con los dedos de la mano, y los respiradores están solo al alcance de los más ricos», elucubra. Y «la mayor parte de las personas por las que trabajamos no tendrán, ni siquiera, posibilidad de recibir asistencia, porque no pueden pagarla», lamenta Pardo.

La presidenta de Manos Unidas advierte de que «el coronavirus acaba de asomar la cabeza en estos países. Lo ha dicho recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no deja de alertar sobre los estragos que esta pandemia va a causar entre los más vulnerables si no se actúa con prontitud y solidaridad. Estas personas, que viven al día, y cuyos ingresos dependen de lo que obtienen de sus empleos precarios o de lo que consiguen vender en los mercados, se han visto, de la noche a la mañana, encerrados en sus viviendas sin posibilidad de trabajar para poder sobrevivir», apunta.