Uno de los principales soportes para la supervivencia de los más de 650.000 refugiados procedentes de Palestina que residen en Líbano es la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés). Hasta la llegada de Donald Trump a la presidencia, Estados Unidos ha sido tradicionalmente el mayor donante de esta agencia de la ONU. Pero la decisión del republicano de cerrar el grifo de la financiación a la UNRWA puso en jaque a lo largo del año pasado la supervivencia de este organismo, del que dependen millones de palestinos, si se suman los residentes en la franja de Gaza y Cisjordania.

Sin embargo, según anunció ayer la propia UNRWA, el aumento de donaciones por parte de países del Golfo Pérsico, India, Turquía y otros estados compensó la decisión estadounidense de dejar de enviar ayuda a esta institución.

«Sufrimos una crisis financiera muy aguda y crítica cuando Estados Unidos decidió rebajar en 300 millones de dólares su aportación a la UNRWA en el 2018», destacó ayer el comisionado general Pierre Krahenbuhl, máximo responsable de la agencia.

El fin de la ayuda estadounidense, que se agudizó a mediados de año, cuando la Administración Trump canceló otros 60 millones de dólares de asistencia que aún mantenía, se tradujo en la reducción de plantilla de la UNRWA en programas de ayuda psicosocial y laboral en Gaza y Cisjordania.

Sin embargo, a final del 2018 se pudo compensar ese recorte con la ayuda de países que aumentaron sus donaciones. «Estamos particularmente agradecidos con los países del Golfo Pérsico, donde hubo un significativo aumento de las donaciones, y Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes y Kuwait aportaron cada uno 50 millones de dólares. La India y Turquía también merecen ser mencionadas», afirmó al respecto Krahenbuhl.

Para el 2019, la UNRWA solicita a la comunidad internacional 1.200 millones de dólares con el objetivo de asistir a 5,4 millones de refugiados palestinos. De esa partida, 750 millones de dólares se dirigirían a servicios básicos como educación y sanidad. Otros 138 millones se destinarían a programas en Cisjordania y Gaza (que EEUU había financiado tradicionalmente y que se vieron especialmente afectados por los recortes) y 277 millones para refugiados palestinos en Siria o miembros de esa comunidad que desde aquel país en guerra huyeron a Líbano y Jordania.