El primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del 2015, es justamente poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo. Y está bien que sea el primero de los objetivos. La idea es que para el año 2030 no haya nadie que tenga que vivir con menos de 1,25 dólares por día. Es el límite actual de la pobreza extrema, no de la pobreza. En la actualidad, aproximadamente el 10% de la población mundial se encuentra en esos niveles de empobrecimiento. Son personas que tienen que vivir, más o menos, con unos 40 euros al mes.

Pero el empobrecimiento radical no es el único modo de empobrecimiento. El acceso a los servicios básicos como el agua, por ejemplo, no es universal. La propiedad y el control de las tierras de cultivo tampoco es una situación generalizada. El acceso a tecnologías adecuadas o a servicios financieros, incluido el acceso a microcréditos, tampoco es algo disponible de forma corriente.

Superar el empobrecimiento es algo más que tener algo que comer cada día. En un régimen de agricultura de subsistencia, la gente no se muere de hambre, pero no es capaz de pasar de ahí. Como las cosechas apenas llegan para comer, no hay excedentes y, por lo tanto, no se puede vender nada, con lo cual no hay disponibilidad económica para otros gastos necesarios como la educación, la sanidad, etc.

La mejora en los procesos agrícolas es una posibilidad para salir de la pobreza extrema. No es fácil, pero se pueden mejorar las formas de cultivo, diversificar las producciones, mejorar la crianza de animales domésticos o comenzar la puesta en marcha de procesos de comercialización, por ejemplo desde agrupaciones de productores.

Desde Proyde tenemos experiencia en Togo y Burkina Faso en mejorar las condiciones de vida de agricultores y agricultoras, de las comunidades del mundo rural, y no solo en la mejora de la educación primaria, que ya es una manera de adelantar un mejor futuro y contribuir así a erradicar el empobrecimiento extremo.

La formación de estos campesinos y campesinas incluye, naturalmente, formas de organización familiar y de agrupación vecinal que aporten valor añadido a los productos agrícolas y ganaderos. Desde la organización tratamos de ayudarles a mejorar las técnicas agrícolas para minimizar la agricultura de corte más tradicional.