Este inicio de curso, afectado por la pandemia del coronavirus, está suponiendo temores y dudas para muchas familias. También para las de etnia gitana, en las que los menores, junto a las personas mayores, han tenido tradicionalmente una especial protección. Hay elementos estructurales que afectan de manera específica a las familias gitanas, y que hay que tener en cuenta en este proceso de vuelta a las aulas si queremos que este alumnado y sus familiares se sientan implicados y seguros.

La población gitana es mucho más joven que la media de la ciudadanía. Alrededor de un tercio del total tiene una edad inferior a 16 años. La tasa de pobreza infantil en este sector de la sociedad asciende al 89%.

Arrastramos desde hace décadas una enorme desigualdad educativa del alumnado gitano, en todas las etapas de la enseñanza. Solo seis de cada diez menores gitanos terminan los estudios obligatorios, lo que les sitúa en clara desventaja.

También hay en todas las ciudades importantes núcleos de población formados únicamente por familias gitanas, en los que los temores a un contagio generalizado se ven reforzados. De igual manera, la convivencia de amplios grupos familiares o de varias generaciones en un mismo hogar supone un riesgo añadido en estos momentos de pandemia, tanto más cuanto hay una mayor prevalencia de algunas enfermedades crónicas.

Es necesario garantizar la protección sanitaria y ofrecer a las familias información y orientación sobre el proceso de incorporación y asistencia a las aulas de sus hijos e hijas, priorizando medidas de carácter preventivo (acompañamiento y apoyo a las familias) frente a las punitivas. Sin embargo, aunque haya una firme apuesta por la educación presencial, la brecha digital que sufren los niños y niñas en situación de mayor vulnerabilidad sigue siendo una barrera enorme para la igualdad de oportunidades.

Es evidente que el alumnado gitano se sitúa en una posición nada ventajosa, y que la crisis actual no viene sino a agravarla, aunque también se debe a las deficiencias del propio sistema educativo. Por todo ello, desde la Fundación Secretariado Gitano hemos pedido a las distintas administraciones educativas una vuelta a las aulas segura, pero también equitativa e inclusiva, sin perder el enfoque intercultural tan necesario en una sociedad diversa como la nuestra, reforzar los programas de apoyo educativo al alumnado que requiere de un acompañamiento, así como invertir los recursos necesarios en equipamiento y conexión a internet en los hogares y en formación en competencias y habilidades digitales, de manera que la brecha digital no profundice la brecha educativa.

La decisión última de las familias de incorporar a sus hijos e hijas a las aulas debe estar basada en la garantía de medidas de seguridad sanitaria que tienen que ofrecer los centros educativos, y esto requiere mayores inversiones en recursos, tanto materiales como humanos, para hacer frente a esta situación extraordinaria y para que esta pandemia no genere mayores desigualdades educativas.