Los mismos partidos y candidatos que han sido incapaces de ponerse de acuerdo para formar un Gobierno volverán a pedir la confianza de la ciudadanía el próximo 10 de noviembre. Con estos objetivos afrontan las cuatro principales fuerzas políticas las cuartas elecciones generales en cuatro años.

PSOE: Objetivo, crecer por el centro

A mediados del pasado julio, poco antes del fracasado debate de investidura, uno de los principales colaboradores de Pedro Sánchez dijo: "Antes o después, con acuerdo con Podemos o tras unas nuevas elecciones, esto acaba con Sánchez siendo investido presidente". El pronóstico sigue en vigor. Los socialistas están convencidos de que no hay ninguna alternativa a la suya, que la "triple derecha" del PP, Cs y Vox no sumará el 10 de noviembre, y ahora que la sintonía con Pablo Iglesias se ha roto, se vuelcan en dos objetivos.

Primero: explicar que la vuelta a las urnas no es culpa suya, sino de los morados. Y segundo: ganar espacio por el centro, ese difuso espacio que en principio venía a ocupar Albert Rivera, pero que ahora, a raíz de su apuesta por alinearse junto a Pablo Casado y Santiago Abascal, ha quedado vacante.

El PSOE confía en aumentar sus 123 diputados actuales gracias al desplome de Cs, que en abril obtuvo 57, y por el camino menguar a Podemos, se presente o no Íñigo Errejón. Una parte de los antiguos votantes de Iglesias, anticipan en la Moncloa, se quedará esta vez en casa, y los morados no revalidarán sus 42 diputados. Pero aquí, reconocen importantes socialistas, está el principal interrogante del plan: la abstención, que también puede afectarles.

PP: Listas con más templanza

Pablo Casado reunirá este lunes a su comité ejecutivo nacional, que incluye a su núcleo duro y también a los barones territoriales. El líder del PP concretará los principales ejes de la campaña y podrá escuchar las primeras sugerencias sobre los primeros puestos de las listas al Congreso y el Senado. Casado, admiten en la dirección, "tomó nota" de las críticas desatadas la pasada primavera, cuando la "renovación" que planteó se vio como imposición y purga por algunos políticos con peso en los años de Mariano Rajoy.

Ahora quiere trasladar su nuevo estilo templado también a la elaboración de las listas y hará algunos "ajustes", como le reclama el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno. El jefe del Ejecutivo andaluz está incómodo con algunas decisiones para las generales del 28 de abril, entre otras, la elección de Juan José Cortés como número uno por Huelva en lugar de la exministra (y 'sorayista', como él, en su momento) Fátima Báñez.

Ahora, el PP está obligado, además, a hacer importantes cambios en la lista por Madrid porque algunas de las personas con puestos destacados se fueron a instituciones gobernadas por el PP. Es el caso de Andrea Levy, que fue de seis, y es concejal en el Ayuntamiento de Madrid, y Javier Fernández Lasquetty (10), consejero madrileño de Hacienda.

Cs: Sin aclarar el veto a Sánchez

La pregunta que más veces tendrán que responder Albert Rivera y los dirigentes de Ciudadanos hasta el 10-N en las próximas semanas será si mantendrán el veto a Pedro Sánchez o no. Después de las elecciones de abril, los naranjas (57 escaños) habrían podido sumar una mayoría absoluta holgada con los 123 escaños socialistas. El miércoles se le planteó al líder de Cs y fue ambiguo: "Los españoles ya no quieren que cavemos trincheras", respondió. Sin embargo, Rivera mantuvo ese veto hasta el pasado lunes, cuando planteó una abstención técnica que para el PSOE y el PP tuvo más de tacticismo que de pragmatismo.

Ahora, la caída que auguran todas las encuestas le obligará a hacer las listas con más tiento que nunca, aunque fuentes de la dirección descartan "decisiones alarmistas", como podría ser cambiar al secretario general, José Manuel Villegas, número uno por Almería en abril, por otra plaza más segura. También rechazan esas fuentes más fichajes en los caladeros del PP y del PSOE, como los de la primavera, cuando atrajeron a sus filas a políticos socialistas, como Joan Mesquida y Soraya Rodríguez, y populares, como Ángel Garrido y José Ramón Bauzá.

Unidas Podemos: Bajada de tono ante el hastío

Muy atrás quedó el Pablo Iglesias de la cal viva, agresivo, gesticulador en exceso y con ceño fruncido. En Unidas Podemos parecen haber comprendido que un Iglesias más pausado y calmado a la vez que duro y tajante en sus aseveraciones da mejores resultados. El ejemplo lo tienen reciente. El secretario general morado se situó como uno de los ganadores de los debates de las últimas elecciones, sorprendiendo con su serenidad. Ahora buscan el mismo resultado.

"Creo que no podemos usar un tono duro, no debemos ponernos histéricos", aseguran fuentes del partido que consideran que el acercamiento del PSOE a Cs les sitúa en una posición ventajosa para revalidar sus 43 diputados en el Congreso: "No tenemos una campaña difícil". Creen que los gestos de Pedro Sánchez a Albert Rivera les pasará factura a los socialistas mientras ellos se dedican a "explicar, explicar y explicar" lo que ha ocurrido durante la negociación.

Sin embargo, pese a que confían en sus bases, el fantasma de una baja participación está presente y existe cierto temor a que el descontento ciudadano pueda superar al del 15-M. Un hastío que tratarán de esquivar bajando el tono.