Lo que más satisfizo ayer al ministro de Defensa, José Bono, al presentar el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre, fue la presencia del presidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, quien le había confirmado el jueves su intención de asistir. Por primera vez un presidente catalán acude a la celebración en la madrileña plaza de Colón. Nunca antes lo había hecho su antecesor, Jordi Pujol, quien, en cambio, asistía a la recepción institucional que ofrecían los Reyes.

"¿Asistirá Ibarretxe?", fue la pregunta de rigor, a la que Bono no pudo contestar porque el presidente vasco todavía no ha respondido.

El del 12 de octubre será un desfile especial porque pretende simbolizar la "paz y concordia" entre los "bandos" de la guerra civil y la segunda guerra mundial. Bono ha dispuesto que en el homenaje a los que dieron su vida por España no sólo esté el Rey, el presidente del Gobierno y los de las Cortes, sino que les acompañen dos soldados veteranos: uno de la División Azul y otro de la Brigada Leclerc. Y que estén flanqueados por familiares de militares asesinados por ETA, de fallecidos en el Yak-42, de los periodistas Julio Fuentes, José Couso y Julio Anguita Parrado, muertos en Afganistán e Irak; del policía que perdió la vida en la explosión del piso de Leganés donde se inmolaron los terroristas del 11-M y por familiares y supervivientes de la masacre.

BANDERA En respuesta a las críticas por la falta de representación de EEUU, Bono explicó la secuencia de banderas invitadas desde el 2000 y dijo que el jefe del Estado Mayor de la Defensa, general Félix Sanz Roldán, se había ocupado de disipar cualquier malentendido con EEUU.

En la parada, participarán 3.500 militares y sólo aparecerá la bandera de Francia y la de Italia, al frente de la fuerza anfibia hispano-italiana.