En el Pozo de Tío Raimundo, en el corazón de Vallecas, en el corazón del barrio más obrero de Madrid, 4.000 vecinos pusieron ayer una barricada contra el olvido. Se resisten a pasar página a la tragedia de la masacre del 11-M, que les arrebató a 68 amigos y familiares del barrio.

Ayer se reunieron en una plaza para recordar que en aquellos trenes se les fue parte de sus vidas, que han declarado "la guerra a la guerra", que no olvidarán "el desconsuelo del niño que espera a un padre que no volverá nunca". Y también para repetirse que "otro mundo es posible".

AMBIENTE TRISTE Las actividades de los grupos de animación no lograron cambiar los rostros tristes de los vallecanos. "Nos está costando recuperar la sonrisa", admitió Agustín Zamora, de la asociación de vecinos.

Tras recordar a los familiares de los 192 muertos de la masacre y a los servicios públicos "que sobreponiéndose al horror entraron en los vagones para ayudar", Zamora recordó que la gente del barrio es hermana de todos, independientemente de cultura, raza o religión.

Las actuaciones las iniciaron cantantes del barrio, como Lichis (de La cabra mecánica), que recordó su niñez en Vallecas. Junto a ellos, artistas consagrados como Luis del Val, que invocó a un dios laico con una oración civil; Antonio Fraguas, Forges ; Inma Serrano que cantó con Cristina del Valle (Amistades Peligrosas), o el poeta Benjamín Prado. También cantaron Víctor Manuel, Pedro Guerra, Luis Pastor, Paco Ibáñez, Jorge Drexler y Miguel Ríos.

Por otra parte, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, está estudiando acometer una reforma legal para "controlar a los imanes en las pequeñas mezquitas" e impedir la propagación del extremismo islamista. Alonso apuntó en una entrevista publicada ayer en El País la posibilidad de crear un registro de actividades religiosas, "no sólo de las islámicas", donde constaría "quién es la persona encargada de oficiar los cultos y qué tipo de cultos".